El papa Francisco recordó ayer a San Juan Pablo II como un ejemplo admirable de sufrimiento, en la víspera de los diez años de la muerte del pontífice, nacido en Polonia y que libró una larga batalla contra la enfermedad de Parkinson.
Turistas y peregrinos aplaudieron los elogios de Francisco a Juan Pablo durante una audiencia pública en la plaza de San Pedro del Vaticano.
El 2 de abril de 2005, Juan Pablo murió a los 84 años en su alcoba del Palacio Apostólico, situado ante la Plaza de San Pedro.
Juan Pablo II fue santificado el año pasado. ‘El viajero’, como le llamaban, vigoroso y atlético cuando fue designado en 1978, siguió adelante incluso cuando el Parkinson le restó fuerza y movilidad en sus últimos años de su vida papal.
Francisco también instó a los enfermos 'llevar la cruz del sufrimiento con alegría, como él nos enseñó'.
La Iglesia católica recuerda este 2 de abril la primera década del Papa número 264 de la historia, conocido como ‘peregrino’ y que México supo adoptar como uno de sus hijos predilectos.
En estos 10 años, la figura del papa de los récords, con sus 26 años de pontificado y 104 viajes fuera de Italia, no ha dejado de ser recordada en las eventos católicos con los fieles que aún llevan a San Pedro las fotos recuerdo de Wojtyla.
Aunque no habrá ningún acto para recordar el décimo aniversario de su muerte, hoy el papa Francisco rememoró la efeméride durante la audiencia general ante decenas de miles de fieles.
El recuerdo de Karol Wojtyla volvió a estar presente también en las palabras que Francisco dirigió a los jóvenes y a los enfermos.
El diario de la Conferencia Episcopal italiana, ’Avvenire’, recuerda hoy los numerosos testimonios de aquella noche, como el del cardenal polaco Stanislaw Rylko, que se encontraba junto a él en el momento de su muerte asegura que a 'nunca podré olvidar esos momentos, que quedaron esculpidos en mi corazón y el silencio de oración en el que nos sumimos'.
Rylko destacó 'el extraordinario alcance del magisterio de San Juan Pablo II' y cómo 'sigue siendo una brújula segura para la Iglesia de nuestro tiempo en un mundo marcado por una profunda crisis de Dios y por consiguiente en una crisis del hombre'. El cardenal polaco recordó cómo Wojtyla murió en la vigilia de la fiesta católica de la Divina Misericordia, que él mismo instituyó, y como ahora Francisco ha convocado un Jubileo sobre este mismo tema.