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Un Fidel Castro sonriente y vestido de verde militar con destellos neón es la primera imagen que se divisa al fondo del patio de Edilberto de la Hoz, pintor soledeño más conocido como Eddy.

Justo en ese sitio, este ebanista de profesión y artista de vocación guarda sus mayores tesoros: unos ‘minipicós’ que ha creado para inmortalizar aquellas enormes cajas musicales de los 60, aquellas que lo metieron en el mundo picoteril.

'Yo era pelao, podía tener unos veinte y pico de años y ya me dedicaba a la ebanistería. Pero yo era seguidor de las verbenas, en donde había una verbena ahí estaba yo. Un día llegué a una y me encontré con que estaban pintando una caja y me quedé viendo al pintor', cuenta Eddy, con cierta nostalgia al recordar cómo se inició en este arte.

'Aquel pintor vivía diagonal a mi casa, él se llamaba Arnaldo Vargas, fue la primera persona que puso un pincel en mis manos', relata el artista de 56 años, que comenzó pintando las letras de los pasacalles que anunciaban los bailes. No obstante, Eddy afirma que para esos días ya existían artistas como Belisario De La Mata, más conocido como Belimastth.

'Ese man era un crac, se tiraba buenas pinturas. Belimastth mandaba la parada en el mundo picotero de los setenta'.

Inicio desconocido. Óscar Peña, más conocido como ‘Añepracso’ cuenta que no se sabe cómo empezó la tradición de pintar los bafles de los equipos de sonido. 'Lo cierto es que desde siempre se han dibujado con colores fuertes, con colores alegres'.

Edilberto cree que fue precisamente la conjugación de los colores neón lo que llamó la atención del colectivo Invernomuto, de Milán, encargado de trasladar la cultura picotera de Barranquilla al otro lado del mundo.

'Hemos tenido bastante trabajo estos días, porque los italianos quieren ‘turbos’ de todos los tamaños. Incluso quieren unos sin pintar porque ellos allá los quieren intervenir', comenta Eddy.

Fabián Altahona, director del blog Africolombia, fue contactado por el colectivo europeo para que visitara países como Alemania y Austria, en donde estuvo hablando sobre la concepción de los picós en el Caribe colombiano. 'Ellos quedaron fascinados con nuestras cajas porque son hechas todas a mano y ese trabajo es muy valorado allá', declara Altahona.

Pinceladas propias. Las manos de Edilberto de la Hoz, más conocido como Eddy, se mueven rápidamente para darle toques de realismo a la imagen de un Fidel Castro cargado en hombros por figuras de hombres bailadores.

'El Fidel’ es mi picó favorito porque fue uno de los primeros que pinté. Pero también me gusta ‘El Sibanicú’ porque es una pintura en movimiento', comenta Eddy.

Sin embargo, ‘Añepracso’ no vacila en afirmar que la tipografía en el arte de un picó es 'lo que vende'.

'Cuando era pela’o, los bailes se anunciaban en las paredes o en pasacalles. Ahora se hacen unos tableritos y se pegan en los postes porque ya la ley no deja rayar las paredes, ni poner casi pasacalles', cuenta este artista que lleva 37 años en el negocio de la publicidad de las verbenas.

El Picó, una cosa única. '¡Fijate tú!, mientras aquí prohíben las verbenas y toda la cultura que existe alrededor de ellas, en Europa el picó cobra vida como un elemento único en el mundo', dice Eddy, quien lleva más de 30 años dándole pincelazos y martillazos a las enormes cajas hechas en madera, acrílico y mucha pintura psicodélica.

En Barranquilla se están dando pincelazos picoteros en algunos sitios que pretenden mostrar de alguna manera la cultura ‘picoteril’. Es el caso de los restaurantes Cucayo y Palenque Kusina Mestiza, que se encuentran diseñados a manera de casetas, picós y buses.

'La gente está viendo el colorido de mejor manera, y se lo goza', manifiesta ‘Añepracso’, quien fue uno de los ilustradores de los sitios mencionados y de la tienda Todomono, esta última ofrecerá a finales de noviembre una exposición sobre el arte urbano popular que enmarca a la cultura ‘picotera’.