Acurrucado en una esquina en el este de Francia rara vez visitada por turistas extranjeros, el Parque El Principito le hace honor al personaje más entrañable de la literatura francesa, apegándose a una época en la que las montañas rusas no estaban hechas para aterrorizar, los televisores no estaban conectados a videojuegos en 3D y los parques temáticos estaban hechos solo para los niños.
El parque, que abrió el 1 de julio, es perfecto para visitantes que buscan cómo entretener a niños pequeños que quizás ya están cansados del campo francés, alemán o suizo.
Está ubicado en Ungersheim, en el corazón de la región Alsace, a unos 50 kilómetros de Basilea, Suiza, y a unos 15 kilómetros de la frontera alemana.
Ofrece 31 atracciones libremente basadas en el tema del vuelo, ya que el principito es un explorador del espacio y su autor, Antoine de Saint-Exupéry, fue un conocido piloto (obtuvo su licencia en Strasbourg, la capital regional de Alsace).
Las atracciones incluyen dos globos de aire caliente, una película sobre los misterios de las profundidades desde la perspectiva de un vehículo de propulsión submarina, y visitas a verdaderos cachorros de zorro o a un rebaño de ovejas con su perro ovejero.
Pese a la falta de alta tecnología –como el libro, que se publicó en 1943–, el parque invita a desconectarse y disfrutar las pequeñas cosas de la vida. AP