¿Falta de ingresos? ¿Desempleo? ¿Hambre? ¿Escasas oportunidades? ¿Rezago? ¿Exclusión? ¿Desigualdad? Pobreza es todo eso, pero a la vez.
El Nobel de Economía bengalí Amartya Sen (1998), reconocido por su trabajo sobre hambrunas y desarrollo humano, determinó que existen dos tipos de pobreza: la que está dada por la falta de renta (ingresos) y la que deriva de la falta de capacidades. Dos criterios íntimamente ligados, en la medida en que lo uno genera lo otro y viceversa. (Vea la infografía La Región Caribe en cifras, frente al país).
El tema no es cualquier cosa, sobre todo si se tienen en cuenta los constantes alardes que hacen tanto el Gobierno Nacional como el local sobre las ‘notables’ reducciones en la materia. El pasado 7 de agosto, durante su posesión para un segundo mandato, el presidente Juan Manuel Santos aseguró que en el cuatrienio anterior unas 3,6 millones de personas habían dejado de ser pobres, mientras otros dos habían dejado la condición de pobres extremos.
De igual forma, esta semana, Tatyana Orozco, directora del Departamento para la Prosperidad Social, aseguró que la región Caribe fue la que más redujo pobreza en el último año al pasar de 45,7% a 41,2%: bajó 4,5 puntos porcentuales, “tres veces más de lo que cayó a nivel nacional’, aseguró la funcionaria. Sin embargo, pese a estas buenas noticias, el rezago de la región frente al resto del país es evidente; el analfabetismo sigue siendo una realidad aplastante en comunidades de Córdoba y La Guajira, donde además decenas de niños han muerto de hambre física; la informalidad crece desenfrenada ante la falta de oportunidades en nuestras ciudades y todavía muchas poblaciones carecen de acueducto y alcantarillado, para citar un ejemplo, lo que –entre otras razones– no les permite llevar una vida digna.
¿Qué opinan los expertos? Un psicólogo experto en desarrollo humano y dos economistas, el director académico de Fundesarrollo y una investigadora del Observatorio de Condiciones Sociales del Atlántico, compartieron El tinto del domingo en EL HERALDO para analizar el complejo tema y, desde su experticia, presentar propuestas para reducir los índices de pobreza en nuestra región.
José Amar Amar, PhD en Sicología Social. Decano de Humanidades y Ciencias Sociales de Uninorte
Dignidad humana. Hay muchas formas de medir la pobreza, pero creo que fundamentalmente este es un tema de dignidad humana. Es qué somos como país y qué queremos llegar a ser. Creo que hay valores que pueden ser más significativos que un indicador para medir pobreza. Valores relacionados con la libertad humana y con la igualdad. Ahora bien, el mundo está lleno de estudios sobre pobreza. La gente sabe quién es pobre, qué hace el pobre, cómo muere el pobre, en fin, pero nunca se le pregunta al pobre qué es pobreza. Hace algunos años hicimos un estudio con Alfredo Correa De Andreis en Tasajera, Puebloviejo y Ciénaga y las respuestas que nos daban asociaban la pobreza con desesperanza, con muerte rápida, con enfermedad, con no tener dinero para medicamentos. La definición de pobreza para ellos era algo muy concreto, derivado de sus condiciones adversas.
Alarmante resultado. Nosotros (en Uninorte) estamos haciendo un proyecto de regalías en 7 municipios del Atlántico que fueron afectados por la ola invernal. Estamos en la primera etapa, que es evaluar el desarrollo de los niños. Son 7 mil familias. Creemos que es el estudio para medir el desarrollo de mayor profundidad que se ha hecho en Colombia, por la batería de pruebas que se está aplicando. En ese estudio el diagnóstico inicial revela que 6 de cada 10 niños en esos municipios presentan déficit cognitivo y déficit del lenguaje. De esos niños, cuando nacen, en los primeros seis meses solo el 10% presenta déficit cognitivo, pero en la medida en que crecen aumenta el número de menores con ese déficit. Son 6 de cada 10 niños que ya a los 4 años tienen definido su futuro: tienen alta probabilidad de fracasar en la escuela y, si no fracasan, es muy poco lo que van a aprender, con muy bajas posibilidades de trabajo productivo. Es que hoy día en Colombia si usted me dice dónde nace la persona, en qué barrio, yo le puedo predecir un poco el futuro que va a tener. Cuando ya el niño llega a la escuela, ya el daño está hecho. Entonces, un educador o un formador queda limitado por las carencias cognitivas y nutricionales de los primeros años de vida.
Una agenda por la igualdad. Colombia necesita con urgencia una agenda por la igualdad que incluya, en primer lugar, igualdad de derechos, oportunidades y beneficios, que no existe en el país; segundo, que promueva las capacidades humanas en temas como salud, nutrición, educación y ciencia y tecnología, que son vitales a mediano plazo si el país quiere producir transformaciones positivas duraderas. Una tercera condición es el tema del crecimiento. El presidente Lagos dijo en Chile: “Crecer sin repartir no sirve, crea grandes desigualdades; repartir sin crecer produce conflictos. El secreto es crecer y repartir”. Las comparaciones son odiosas, pero Colombia es un país que crece, pero distribuye de manera desigual; Venezuela reparte, pero sin crecer; Ecuador, en cambio, está haciendo esfuerzos novedosos para la superación de la pobreza. Chile cuando terminó la dictadura tenía casi un 40% de pobres y en menos de 20 años los redujo al 13%. Sigue siendo un país desigual, pero la diferencia es que el 70% de los recaudos fiscales allá son para lo social. Y el cuarto tema de la agenda es la construcción de ciudadanía, porque la deslegitimación de la política hace que los programas no avancen.
Vínculo social, clave. Hay muchos temas que funcionan como distractores de aspectos estructurales, como estos famosos estudios que nos declaran como los más felices del planeta. Los sicólogos llevamos años trabajando en la felicidad y sabemos que no se puede medir así. De lo que sí hay evidencia es de que la pobreza o la riqueza no solo dependen de las condiciones materiales, sino del vínculo social. De pronto soy pobre, pero tengo buenos amigos, buenos vecinos, voy a fiestas, tengo una novia que me hace feliz. Hay una serie de elementos subjetivos que a veces en esas preguntas tienen más peso que las condiciones materiales de existencia.
Juan Manuel Alvarado, Magister en Economía. Director académico de Fundesarrollo
Problema multidimensional. El Dane tiene dos mediciones de pobreza. Una es la pobreza monetaria, que de mide 2 veces al año y en el que se calcula una canasta básica de bienes alimentarios y no alimentarios que son básicos para vivir. Con esa información hace la línea de pobreza por persona. En el caso de la pobreza extrema se mide solo la parte alimentaria. En esa línea de pobreza hay diferencia entre los ingresos y las condiciones de vida. Por eso las personas se muestran reacias ante los resultados que entrega el Gobierno, porque una cosa es si se tiene algún ingreso, y otra si se tiene acueducto, alcantarillado, salud, educación. Creo que sería mucho mejor mirar la pobreza como un problema multidimensional.
La brecha regional se mantiene. Si uno revisa, las cifras de pobreza han disminuido indiscutiblemente en la región Caribe, pero la brecha se mantiene, sigue la diferencia entre la Costa y el Centro del país. Es que uno de cada tres pobres en Colombia vive en esta región. La inequidad existe dentro de las ciudades grandes, pero también entre regiones. Al revisar condiciones de vida de una población, los bajos ingresos son una medición, pero otra cosa es qué tiene para vivir, la educación, los servicios que se le provea. Es decir, si bien la pobreza puede estar reduciéndose por ingresos, las brechas regionales se mantienen. Creo que si hubiéramos tenido este diálogo hace 3 o hace 5 años las conclusiones hubieran sido las mismas.
Distribución y destinación de recursos. Hay un problema público que no se ha resuelto. Sí hay responsabilidad del centralismo en esa brecha regional, porque el Estado central sí debería atender problemas básicos como el analfabetismo, por ejemplo. Hay que ver también qué pasa con la distribución de recursos y la destinación que se les da en los gobiernos locales.
Planeación territorial. El Banco de la República en Cartagena, el Observatorio del Caribe y Fundesarrollo trabajamos sobre cómo hacer para que la pobreza se reduzca en nuestra región. Creemos necesario aprovechar el Contrato Plan, una herramienta para la planeación integral del desarrollo territorial que rápidamente podría utilizarse para revertir la situación. Es importante que los sectores académico, público y ONG participen. La idea es que se apropien recursos nacionales que se destinen específicamente para invertir en nutrición, analfabetismo y educación. Tenemos que aprovechar toda este momento coyuntural, unirnos para sacar adelante ese documento y priorizar inversiones en favor de los más pobres para los próximos 5 años.
Pobres, pero felices. Sobre la felicidad, uno tiene que ver al ser humano y sus circunstancias, de qué está rodeado y de qué no. Aquí la gente se siente satisfecha con muy poco, pero igual sucede en otras partes de Centro y Suramérica. Lo que sucede es que si usted no tiene educación, usted es feliz con lo que recibe. Por eso países más educados, son más críticos. Lo otro es con qué te comparas, si lo haces en forma ascendente o descendente.
Gleidys Amaya, Economista. Inv. del Observatorio de Condiciones Socieconómicas del Atlántico
Ausencia de oportunidades. Un concepto de pobreza para Colombia no puede ser muy diferente del de otro país que tenga similitudes socioeconómicas. Hay que tener en cuenta la concepción que las personas tienen también con respecto de su estado o a su condición de vida, por eso hemos empezado a incorporar en nuestras mediciones de pobreza qué piensa la gente y qué tan satisfecho se encuentra de su condición de vida. En ese sentido, aquí la pobreza está asociada a la falta de oportunidades y con ella a la distribución diferencial y altamente inequitativa de los frutos del desarrollo.
Responsabilidad de todos. Aquí la responsabilidad sobre las condiciones en las que nos encontramos son de parte y parte: tanto del gobierno central, como de los locales y de la sociedad en su conjunto. Es que también como sociedad fallamos, porque legitimamos el poder y, si no exigimos y aportamos cambios desde la academia y los sectores público y privado, siembre habrá diferencias e inequidad.
¿Pobre yo? Entre 2012 y 2013 en el Observatorio de Condiciones Socioeconómicas aplicamos encuestas sobre bienestar subjetivo y encontramos que el 52,6% de los jefes de hogar manifiesta que no son pobres pese a que sus niveles de ingresos son bajos y a que reconocen que no les es posible adquirir los bienes y servicios para una vida digna. ¿Por qué sucede esto? Porque ellos priorizan su satisfacción a las condiciones de alimentación, asistencia escolar, vestido, etc.
Reducir desigualdad. Más que bajar pobreza hay que reducir la desigualdad, que es la que determina diferencias regionales, socioeconómicas, étnicas y de género. ¿De qué sirve crecer si la población no tiene oportunidades para surgir?