Compartir:

Los calores insoportables de los últimos días en la región Caribe, la temporada de sequía vivida a lo largo de este año, los huracanes que azotan las costas de los Estados Unidos o, incluso, el recuerdo de la tragedia invernal vivida en el sur del Atlántico, de la que dentro de poco se conmemoran cuatro años, son, entre otros, signos de que algo raro, algo loco, ha ocurrido con nuestro clima. (Ver infografía Tendencias y recomendaciones).

Aunque hay quienes lo niegan, el cambio del clima se hace cada día más evidente y a punta de deshielos, incendios forestales, calores intensos y fríos paralizantes ha logrado colarse en la agenda de los gobiernos en buena parte del mundo.

En la reciente cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York los mandatarios reunidos –entre ellos el presidente Juan Manuel Santos–hablaron de reducir dos grados la temperatura, de aquí al 2050, pero para alcanzar esa meta toca apretarse el cinturón en todos los niveles.

Un ingeniero mecánico, otro eléctrico y un biólogo analizan el inquietante tema en este Tinto de Domingo y proponen una serie de recomendaciones que ayudan a disminuir el rastro que deja el uso desmedido de nuestros recursos naturales.

Antonio Bula, PhD en ingeniería mecánica en el área de fenómenos de transporte. Profesor de Uninorte.

Cambio de patrones. El cambio climático es producto de todas las afectaciones que nosotros, los seres humanos, causamos por nuestras típicas actividades industriales y de movimiento o locomoción en las ciudades, entre otras. Hemos ido generando unas modificaciones en los patrones establecidos desde hace mucho tiempo en el clima. Se ha notado un incremento en la temperatura promedio, tanto del aire atmosférico como de la temperatura de los mares; se ha notado también un movimiento en lo que antes eran las temporadas de lluvias y las secas, por eso cada vez más los inviernos son más fuertes y los veranos también son más intensos. En esto del cambio climático debo mencionar que hay diferentes opiniones: hay personas como yo que consideran que sí lo hay, pero hay quienes dicen que no hay cambio y que todo esto es simplemente algo que sucede cíclicamente y que se da de manera natural en la tierra. Y si bien puede ser que esto sea algo natural y cíclico, es innegable que los patrones de temperatura han ido cambiando y que nuestra climatología también se ha modificado.

Economía y sociedad. Pensemos que cada día somos más. Hoy tal vez somos unos 6.200 millones de habitantes y el problema radica en que no es solamente el cambio climático per se, sino que también esto va a asociado a unas modificaciones en las estructuras económicas y sociales en el mundo. Consideremos, uno, que aproximadamente el 60% de la población mundial vive en las zonas tropicales; dos, que estas zonas han sido siempre reconocidas como las más deprimidas en el mundo; tres, los países están generando cada vez más y más ingresos y cuando eso ocurre lo primero que hace la gente es comprarse un automóvil con lo que se empieza a generar mayor consumo de energía.

Todos somos responsables. Considero que la responsabilidad nos cae a todos. Los principales generadores del cambio climático son los países que se han logrado desarrollar. Los grandes centros de contaminación ambiental mundial fueron Inglaterra y posteriormente EEUU. En los 90 fue China y más recientemente India. En Colombia, el poner en movimiento las famosas locomotoras del desarrollo llevó a explotar –no importa cómo- la minería. Y es el gobierno, con sus políticas económicas, uno de los principales generadores de cambio climático. Pero el comportamiento de nosotros es otro generador. Cuando vamos de compras no miramos qué es lo que compramos. No tenemos la cultura de hacer un ‘pool’ y transportarnos todos en un mimo automóvil y vemos colas y colas de carros que van con una sola persona a bordo. Y ni hablar de nuestros consumos de agua y de energía per cápita. Son extremadamente altos.

Urge reglamentar Ley. Colombia no ha hecho casi nada para reducir y controlar los efectos de cambio climático. El país expidió una Ley hace algunos años para ver cómo se podían reducir los consumos de energía. ¿Sabe lo que hicieron? Solamente tuvieron en cuenta las grandes ciudades como Bogotá y Medellín. La recomendación fue: cambien los bombillos, pero en ningún momento tocaron combustibles, ni ciudades costeras donde unos de los problemas es la climatización. Se quedaron cortos.

Nelson Henry Sogamoso, Magister en biología. Docente, investigador y consultor en estudios de impacto ambiental.

Efecto invernadero. El cambio climático se traduce en el aumento progresivo de la temperatura global de la Tierra a partir de la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, tomando como punto de referencia los niveles que existían antes de la Revolución Industrial en 1850. A partir del siglo XIX hacia acá, evidentemente el dióxido de carbono –que es un gas de efecto invernadero- ha aumentado de manera exponencial en la atmósfera. Esto está correlacionado además con el aumento de la población y con el modo de producción capitalista y de sociedad de consumo y necesariamente tiene un efecto sobre las cadenas energéticas en todos los ecosistemas, principalmente los marinos.

Así se rompe el equilibrio. Miles de años atrás, por diferentes fenómenos geotectónicos y geomorfológicos gran cantidad de bosques que poblaban la tierra quedaron sepultados y, paulatinamente, sobre ellos se fueron depositando enormes cantidades de materiales terrestres de la litósfera y finalmente se convirtieron, en primera instancia en carbón, y luego en petróleo. Esos son los depósitos de fósiles para producción de energía que sostienen básicamente nuestra civilización. Son las fuentes que estamos utilizando para producir energía para la vida diaria. Pero cuando nosotros sacamos de esos depósitos carbón y petróleo y cuando hacemos el proceso de quema para producción de energía, necesariamente se libera dióxido de carbono y se carga la atmósfera. De manera natural, el contenido del carbono que está en la atmósfera se ha equilibrado para lo que es hoy en día la vida en el planeta. Pero cuando liberamos el CO2 de los depósitos de la Tierra, pues se rompe el equilibrio y comienza el efecto invernadero y se alteran necesariamente las cadenas de producción de energía.

Producción agraria. Afortunadamente se está tomando mayor conciencia por parte del gobierno en el tema de la deforestación. La Costa Caribe en generales una zona inmensamente deforestada. En cuanto al Atlántico, los bosques naturales que nos quedan no llegan hoy al 3% de la superficie total del departamento. Estamos hablando de, por lo menos, el 37% de las tierras deforestadas y dedicadas a las actividades agropecuarias, esencialmente la ganadería, en la que, por cierto, toca dar un viraje significativo a la manera ancestral y anacrónica como se practica, y mirar la ganadería de avanzada y con alta tecnología que se practica en Suiza, Holanda, Francia, donde hay alto rendimiento lechero y en carne.

Compensar es clave. Otro aspecto son los proyectos de desarrollo urbano y las obras de infraestructura. Como biólogo estoy filosóficamente arropado por la filosofía de la evolución y por la filosofía del desarrollo sostenible, porque no hay otra opción para la sociedad. Si queremos 100 años más solo lo podremos conseguir con la filosofía del desarrollo sostenible. Si talamos, si apeamos un bosque para desarrollar un proyecto, pues toca compensar. Desafortunadamente muchos de nuestros ingenieros ven la compensación como la piedra en el zapato de sus proyectos y resulta que en la proyección hacia el futuro eso es lo más importante. Es en lo que más gustosamente deben invertir. Insisto, hay que compensar a cabalidad.

José Daniel Soto, Magister en Sistemas eléctricos de potencia. Profesor e investigador del grupo Gisel de Uninorte

Un planeta y medio. La utilización que hacemos de todo lo energético en cierta medida está generando una huella en nuestro planeta. En el estilo de vida que llevamos tenemos que ver la forma como nos alimentamos, como vivimos, como interactuamos, todo lo cual está generando un impacto energético que se ve traducido en una cantidad de emisiones, residuos, basuras que generamos con nuestro estilo de vida y que, de una manera específica, tiene que ver con la energía. En el año 2010 se estableció que, como vamos, necesitamos de un planeta y medio. ¿Eso por qué? Primero, por el calor que estamos generando, los grados de temperatura que estaban aumentando. Además por aspectos políticos, sociales y económicos. Tenemos una gran cantidad de países con grandes pobrezas, mientras que una poca población de nuestro planeta vive muy bien. O sea que unos pocos llevan un estilo de vida a costa de los otros que son la inmensa mayoría.

La ruta de la energía. A la energía hay que mirarla desde diversos aspectos: desde la alimentación, que hay que verla según nuestra herencia cultural. Somos muy carnívoros, especialmente consumimos ganado vacuno . Debemos entonces tener una ganadería importante que, a su vez, requiere terrenos con unas condiciones para poder albergar ese tipo de ganado, con mucho pasto. O sea que destinamos para pastizales grandes extensiones de terreno, en las que podríamos tener árboles frondosos. Pero esa carne requiere una maduración en cuartos de enfriamiento que generan gran consumo de energía, y cuando llega a nuestra casa toca cocinarla para comerla. Es toda una ruta de energía para ese alimento. ¿Y qué tal que nuestra carne sea insuficiente y que toque traer de otros países, como sucede hoy con el pescado? Eso impacta sustancialmente por la huella de carbono.

La huella del transporte. Lo que más impacta es la huella de carbono que deja el transporte. Y si bien aquí se han adoptado políticas en este sentido, todo lo que utilizamos es gasolina, ACPM, biodiésel –aunque su uso no es grande- y está el gas, en el que también estamos quemando combustibles. Y resulta que la eficiencia del carro mecánico que usamos para transportarnos está en el 30% o 35%, de manera que si usamos $100 para ese combustible, $35 del combustible son los que se usan para esa dinámica del transporte; los $65 restantes lo hemos botado al aire a través de calor o de emisiones, etc. Por eso es que aquí y en otros países se está recomendando la energía del carro eléctrico, que tiene un aprovechamiento de la tecnología de aproximadamente $90 o $95. Pero la electricidad también quema carbono; sin embargo, la diferencia está en la generación, pues aquí es hidráulica.

¿Qué planeta dejaremos? Es responsabilidad de nosotros lo que está ocurriendo. Estábamos acostumbrados a que lo que hacíamos solo impactaba nuestro entorno, pero estamos en un mundo globalizado y lo que uno haga hoy afecta a todos. Si seguimos así, bajo estos estilos de producción y de vida, en el 2015 no necesitaremos un planeta y medio, sino dos o tres. Es nuestra responsabilidad preservar el que tenemos, bajo condiciones sostenibles, porque si no ¿qué le vamos a legar a nuestros hijos y nietos?