La decisión de la Corte Constitucional, la semana pasada, según la cual una pareja gay puede adoptar solo si uno de los dos integrantes es el padre biológico del menor, pone sobre la mesa la necesidad de revisar los modelos de familia que han venido rigiendo, así como la normatividad establecida para la adopción, a fin de que el país haga los ajustes sociales, legales y políticos pertinentes de cara a la nueva realidad.
¿Qué es una familia hoy? ¿Cómo funcionan los roles en los nuevos modelos? ¿Están garantizadas las condiciones para que esos nuevos estilos de familia crezcan y se desarrollen en igualdad de condiciones que las demás?
En efecto, a la familia nuclear -que es la que conocemos tradicionalmente y que está integrada por un padre, una madre y unos hijos- y a la familia extensa o consanguínea, muy popular en la Costa Caribe, donde al grupo citado se suman los abuelos, tíos, primos y otros, se han venido sumando otros modelos en la medida en que la sociedad ha ido también cambiando.
Hoy se habla también de la familia monoparental –papá e hijos o mamá e hijos, debido a muerte o abandono del otro integrante–; familia de madre soltera –la mujer sola, sin pareja, saca a los hijos adelante–; familia de padres separados –se rompe el vínculo matrimonial, más no el paternal o maternal– y familia homoparental, donde una pareja de hombres o de mujeres son los progenitores, bien sea a través de la adopción, la maternidad subrogada (vientre de alquiler) o la inseminación artificial.
Muchas voces se han oído en torno a este inquietante tema. Magistrados, religiosos, académicos, psicólogos y analistas de diversas tendencias han expuesto argumentos en diversas líneas. Sin embargo, aún hay mucha tela por cortar y mucho por escuchar.
Precisamente para conocer otras posturas sobre familia y adopción, los invitados a este Tinto del Domingo son una joven estudiante de Comunicación Social que hace parte de ese ejército de niños y adolescentes que creció al amparo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar porque nunca fue adoptado; una docente de Malambo, radicada en Bogotá, que es lesbiana y que es la segunda mamá del hijo biológico de su pareja, de 2 años y 8 meses, y una madre sustituta por cuyo hogar han pasado ya 22 hijos no biológicos a los que les ha dado cariño y protección, como si llevaran su sangre.
Lorena* Estudiante de Comunicación Social, 23 años. Hace parte del programa Proyecto de Vida del ICBF. *Por tratarse de una joven protegida por el Bienestar, y a solicitud de esa institución, su nombre y su imagen se mantienen en reserva.
12 años bajo protección. Llevo aproximadamente 12 años bajo la protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Mi proceso se inició cuando tenía entre 5 y 6 años. Mis padres no podían tenerme bajo su protección porque no garantizaban las condiciones adecuadas para tenerme, por eso el ICBF ofreció ayudarlos. En el momento ellos no asumieron bien el proceso, aunque con el tiempo se dieron cuenta de que no estaban en condición de tenerme. Perdieron mi custodia al pasar unos 5 años, primero porque me maltrataban y segundo porque no recibía ni el cariño, ni el afecto que un hijo debe recibir de sus padres. He estado como en 5 hogares –en algunos tuve problemas– hasta que me trajeron acá, donde llevo 4 meses.
Su vida escolar. Fui creciendo, terminé mi bachillerato en el colegio distrital Sarid Arteta de Vásquez, donde encontré mucha ayuda de mis profesores para salir adelante. Aunque lo principal en mi vida ha sido la ayuda de Dios, que es lo que me ha mantenido firme. Luego de eso, el Instituto me dijo que me podía apoyar para estudiar lo que yo quisiera. Me gustaban varias carreras, pero en un test de aptitudes me dijeron que tenía habilidades orales y expresivas. Me decidí por la Comunicación, curso quinto semestre y me encanta porque la carrera es integral.
Ejemplo para otros. De mi profesión me atrae el periodismo, sobre todo la televisión, presentar noticias, y también la radio; me gustan las crónicas, los reportajes; escribir cuentos e historias, y también hacer teatro. Sueño con poder tener algún día un espacio en el que les pueda servir a los demás, contarles mi experiencia de vida a otras personas. Creo que personas como yo podemos servirles de ejemplos a otros que se sienten incapaces de salir adelante y que ante cualquier adversidad el mundo se les viene encima.
Mi otra familia La familia es un núcleo que está integrado por padres y por un hijo, y que te brinda apoyo, amor, confianza. En ese sentido, he encontrado un poco de todo eso en los lugares en los que he estado, por lo que pienso que cada persona que me ha ayudado hace parte de mi familia. Siendo niña deseé mucho que alguien me adoptara. Cuando iba a la escuela y veía que mis compañeros decían: “¡Llegó mi papá!”, yo como que… Si hubiera tenido papás, si de pronto alguien me hubiera tenido pequeña, si me hubieran dado la oportunidad… no sé... Lo deseé mucho como entre los 11 y los 14 años, fue muy duro, porque tuve muchas crisis. Con el tiempo fui hallando respuestas a esos vacíos y me consolaba pensar que Dios debía tenía algo mejor para mí.
Sobre la adopción gay. Trato de no discriminar y de ser imparcial, yo soy cristiana y por eso pienso que Dios estipuló que un padre y una madre formaran un hogar y tuvieran sus hijos, no dos hombres o dos mujeres. Creo que la educación en esas condiciones no es buena, los hijos terminarán preguntándose que por qué tienen dos papás o dos mamás y creo que eso terminará afectándolos. Sé que la sociedad cambia, evoluciona, y sé lo que significa no ser adoptado, como fue mi caso, pero definitivamente con esto sí no estoy de acuerdo. Empeoraría las cosas.
Mariana* Fisioterapeuta, docente y madre sustituta del ICBF. *Por tener bajo su custodia jóvenes protegidos por el Bienestar, y a solicitud de esa institución, su nombre y su imagen se mantienen en reserva.
Madre por sustitución. Cumplí dos años en el programa Hogares Sustitutos del ICBF. Estoy casada, tengo dos hijos de 21 y 16 años, ambos universitarios. Soy fisioterapeuta de profesión, pero me gusta la docencia y por eso siempre dicté clases y tuve centro de control de tareas. Una amiga, que es madre sustituta, me propuso ingresar. Dudé, por mi esposo y mis hijos, pero ellos estuvieron de acuerdo. Hasta el momento he tenido unos 22 hijos sustitutos.Tuve una niña con una infección en una pierna que le fue amputada, la cual duró casi un año aquí; el más chiquito fue de días de nacido y apenas estuvo 15 días, aunque hubo una niña que tardó 6 meses. Las más grandes las tengo ahora, de 23 años. Yo respondo por ellos las 24 horas.
La familia se vincula. Mis hijos son muy amplios y han acogido a mis hijos sustitutos muy bien. Y los niños o los jóvenes que llegan se integran como parte de la familia. Para ser hogar sustituto es muy importante que el esposo labore, que la casa esté en buenas condiciones, que haya un cuarto acondicionado para el niño o el joven y que haya una dotación de ropa para los que llegan sin nada, aunque a ellos el Bienestar los dota después.
Hijos prestados. En este rol uno se llega a encariñar mucho con ellos, y eso es duro. A nosotros nos capacitan mensualmente para estar preparados para esto y nos dicen que ellos son hijos prestados y que ellos tienen su familia. Pero tuve un niño de 3 años con el que nos encariñamos mucho porque él estaba muy apegado a nosotros. Yo quería su custodia, pero como el niño tenía familia no se pudo. El papá no me la quiso dar, aunque la mamá sí quería. Entregarlo fue muy doloroso.
El deber ser. Pienso que la familia es un núcleo en el que hay una integración del papá, la mamá y los hijos. Eso es lo que debe ser. Sin embargo, por lo que vemos, no necesariamente en todos los casos donde hay papá y mamá se garantiza su bienestar. Porque, ¿de qué vale tenerlos, si el papá es un vicioso e irresponsable, y la mamá una maltratadora? Desde ese punto de vista, es cierto: muchos niños están en sus hogares, pero no se les está brindando todo lo que requieren. Por eso, y por mi experiencia aquí en mi casa, pienso que donde esté ese niño y se le brinde afecto, amor, comprensión, donde se les inculquen valores para un futuro, esa será su familia.
¿Qué pasará con el niño? En general, la adopción me parece una acción muy linda, me gusta que haya la posibilidad de que alguién le brinde afecto y un hogar estable a un niño que no es suyo, que lo forme para la sociedad. Sin embargo, desde mi punto de vista moral y religioso no estoy de acuerdo con la adopción para parejas gais. Me inquieta qué va a pasar con la identidad del niño, porque los hijos reflejan lo que es uno, en todo sentido. Pienso que Dios hizo hombre y mujer para que tuviera hijos, pero no hizo hombre con hombre y mujer con mujer para ese fin. Respeto la inclinación de cada persona, pero no estoy de acuerdo. Criar un hijo, sea biológico o adoptado, es una cosa de mucha responsabilidad. Esto requiere mucho amor, comprensión, diálogo, tolerancia, principios y mucha paciencia, porque la tarea de los padres nunca se termina.
Kennya Patricia Escorcia Mercado, docente del programa de Fortalecimiento Académico de la Secretaría de Educación de Bogotá. Maestra de ajedrez.
10 años de convivencia. Nací en Malambo hace 33 años, soy normalista y trabajo como docente en Bogotá, donde vivo hace 10 años. Tengo una conducta sexual diferente, soy lesbiana y sentí la necesidad de tener una pareja para mantener mi estabilidad emocional. Nunca lo confesé en casa, pero al final los padres siempre saben qué clase de hijos tienen –al menos mi madre creo que siempre lo supo–. Yo lo asumí cuando me vine para Bogotá. Conocía a Mónica (36 años) hace 17 años, pero fue después que iniciamos nuestra relación. En el año 2005 ella se vino a vivir conmigo acá en Bogotá.
Nació Emiliano. Tener familia fue un deseo de las dos, aunque realmente fue ella quien al final se interesó más. Lo intentamos de varias maneras, pero no funcionó, hasta que lo retomamos y, como queríamos que el padre fuera una persona de toda nuestra confianza, decidí proponérselo a mi hermano menor, que conocía nuestra situación. Él accedió al procedimiento con mi compañera y nos premió con ese adorado tesoro que tenemos ahora, Emiliano, de 2 años y 8 meses, que ya está en el jardín escolar.
Una familia con dos mamis. Mi hijo es un niño tierno, amoroso y siempre está sonriente. Ha sido muy bien recibido por mi mamá, la familia, e incluso por nuestros vecinos, que han visto cómo lo estamos criando. El niño reconoce a mi hermano como papá, y a mi pareja y a mi nos dice ‘mami’. Nosotras tenemos una visión sobre la familia diferente a como la ve una familia tradicional. Para nosotras es la unión de dos personas que se aman y que están ligadas por sentimientos lindos que se replican en un niño cuando llega a ese hogar. En una familia debe haber afecto, comprensión, unión, comunicación y cero juzgamiento al otro, porque esto aleja. Hay que estar ahí, al lado de los hijos, así los padres sean hombre-hombre, hombre-mujer o mujer-mujer. Como docente me doy cuenta cuando mis estudiantes no comen, no duermen o están tristes y lamento que a veces los padres no sepan cómo son o qué sienten o tienen sus hijos.
Cuestión de derechos. Pienso que este asunto de la adopción, que ahora va al Congreso, se va a convertir en un tema de votos. En realidad no somos una minoría, como la gente piensa, lo que pasa es que somos muy pocos los que lo asumimos con seriedad y respeto. Nos han venido negando derechos que por naturaleza nos corresponden. Y si los exigimos no es porque seamos gais, es porque somos seres humanos.
El futuro del niño. Pienso que en un futuro Emiliano va a ser una persona coherente con el tipo de familia que tiene, que no nos va a ocultar. Cuando bailamos, él pide que lo alcemos para bailar los 3, y cuando hay un beso este es compartido entre 3. Somos una familia normal, que no exige nada a lo que no tenga derecho solo por el hecho de ser gay. Si en un futuro el niño llegara a ser señalado, pues ahí estaremos nosotras para hacer valer sus derechos. Queremos que sea un hombre de bien, útil a la sociedad, íntegro, honesto. En cuanto a las dudas por su sexualidad, pregunto ¿qué pasó conmigo? Es que mis padres son heterosexuales y yo salí lesbiana. ¿O es que acaso los heterosexuales tampoco son aptos para criar hijos?