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El caso de una niña chilena que padece fibrosis quística y que se hizo famosa por solicitarle la eutanasia a la presidenta de su país, Michelle Bachelet, puso de presente el polémico tema de la muerte digna, un debate nada fácil de plantear en la medida en que contrapone conceptos éticos y culturales a los puramente legales. De hecho, en Colombia el tema ha sido evadido en el Congreso de la República, pese a que la Corte Constitucional le dio vía libre hace casi dos décadas.

“El único que tiene derecho a disponer de la vida de uno es Dios, que así como te la da, te la puede quitar”, sostiene una de las invitadas a este Tinto de Domingo, Loretta Sterling, una joven que vio morir a su madre de un cáncer terminal y que también lucha hoy contra esa enfermedad.

“La muerte digna es un acto de amor absoluto”, afirma, por su parte, Carmenza Ochoa, directora ejecutiva de la Fundación Derecho a Morir Dignamente, mientras que la docente de derecho constitucional Linda Náder dice que se trata de un tema de derechos. “Si una persona tiene derecho a una vida digna, también lo tiene a una muerte digna, sin sufrimientos”. El debate sigue abierto. ¿Usted qué opina?

Linda Náder Orfale. Abogada, magister en derecho administrativo. Profesora de derecho constitucional en Uniautónoma.

Marco legal. El Derecho a la Vida está consagrado en el artículo 11 de la Constitución Política de 1991 que dice que se trata de un derecho inviolable y que en Colombia no habrá pena de muerte. La Corte Constitucional ha establecido que, cuando se cumplen ciertas condiciones, la persona puede ponerle fin a su vida a través de una muerte digna. Es decir, que despenaliza el homicidio por piedad, que está tipificado en el Código Penal Colombiano, por considerar que se está actuando dentro del criterio de compasión y solidaridad.

Acelerar la muerte. La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la única finalidad de evitarle su sufrimiento. La Corte Constitucional ha considerado que solo se puede aplicar la eutanasia cumpliendo con los siguientes requisitos: Uno, que el paciente tenga una enfermedad en estado terminal; dos, que le produzca intenso dolor y sufrimiento, y que no se alivie con ningún tratamiento; tres, que varios médicos hayan llegado al mismo dictamen; cuatro, que el paciente lo haya pedido de manera consciente y racional, y quinto, que el médico acepte ayudarle.

Vacío legal. En Colombia solo la Corte Constitucional se ha ocupado del tema, pero hasta ahora el Congreso de la República no ha expedido la respectiva ley. Es que pese a ser un Estado social de derecho, y que con la Constitución del 91 el Estado se separó de la Iglesia, Colombia es un país mayoritariamente católico en el que está muy arraigado el tema religioso. Por eso, cultural y socialmente es muy difícil para las personas aceptar la eutanasia. Pero el Congreso no puede seguir evadiendo esto, porque hay un vacío legal entre las clínicas, EPS y médicos. Debe haber un comité interdisciplinario que asesore a los pacientes para que la decisión de optar por la eutanasia no sea producto de episodios anímicos o depresivos. Si no, pasa como con el aborto, que se recurre a la ilegalidad.

Un tema de derecho. Pienso que así como toda persona tiene derecho a una vida digna, también lo tiene a una muerte digna, sin sufrimientos. Obviamente, si es que lo desea y si sus convicciones y su moral se lo permiten.

Carmenza Ochoa Uribe. Odontóloga, especialista en bioética. Desde hace 12 años dirige la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente, en Bogotá.

‘Esta es mi voluntad’. La Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente –DMD– fue fundado en 1979 por Beatriz Kopp de Gómez. En Nueva York, donde era tratada por un cáncer en la clavícula, conoció el movimiento Por la Muerte Digna y el documento ‘Esta es mi voluntad’ con el que una persona puede expresar su voluntad de que al tener una enfermedad en estado terminal no quiere que le prolonguen la vida.

Cómo morir dignamente. La muerte digna no es solo eutanasia. Es también morir con un acompañamiento médico muy bueno y con los cuidados paliativos, que buscan darle calidad de vida al enfermo hasta el final de su vida. Y si definitivamente ya no se pueden controlar los síntomas, se puede sedar al paciente y esperar a que la naturaleza haga su trabajo, o a través de la eutanasia o el suicidio médicamente asistido. La idea es que la persona no sufra y que muera de acuerdo con sus convicciones personales.

Homicidio por piedad. En el Código Penal Colombiano existe una figura que se llama el homicidio por piedad, que dice que quien matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de enfermedad corporal o lesión grave o incurable recibirá una pena atenuada de 3 meses a 6 años, es decir, mucho menor que la del resto de homicidios, que tienen más de diez años. En 1997, un señor demandó ante la Corte Constitucional ese artículo porque él decía que si se trataba de un homicidio debía tener la misma pena que los otros. La Corte estudia el caso y dice que no, que es exequible que exista esa figura especial de homicidio por piedad, porque se está actuando dentro del sentir de compasión y solidaridad que nos debemos los seres humanos y que está consagrado en la Constitución Nacional.

Médicos no serán penalizados. La Corte dice, además, que si el homicio por piedad es por petición del propio paciente y lo lleva a cabo un médico, este no tendrá ninguna penalización, ya que su conducta está justificada. Le dice también al Congreso que reglamente en el menor tiempo posible esa sentencia, y deja en el enunciado qué pasos debe seguir el médico, porque queda despenalizada esa conducta. Lo que quiere decir que el médico que ayude a morir a un paciente que tiene una enfermedad en estado terminal, por petición expresa del paciente, probablemente estará expuesto a que lo demanden, ante lo cual él deberá demostrarle al juez que llenó los requisitos.

Vida artificial vs. eutanasia. Es fundamental que el paciente pida la eutanasia. Si la persona está en estado vegetal y se le mantiene con vida en forma artificial –porque como no puede comer por sí mismo, por ejemplo, se le ayuda dándole la comida por medio de tubos–, la decisión de suspenderle esas ayudas no es eutanasia; es limitar el esfuerzo terapéutico, es suspender unos procedimientos que no le están mejorando su calidad de vida, sino que la mantienen vivo artificialmente. Eso está legal y éticamente permitido desde hace tiempo, sin ningún problema.

Un acto de amor. Por factores culturales, solemos negar la muerte. La vemos como algo malo, cuando la muerte es solo el final de la vida de todos los organismos vivos. Y si negamos la muerte, mucho más negaremos la posibilidad de ayudarle a morir a alguien. Por el otro están la creencia religiosa según la cual solo Dios es el dueño de la vida y participar en esa decisión es ir en contra de su voluntad. Pero la opción de la muerte digna es un acto de amor absoluto.

Loretta Sterling Palomino.Comunicadora social y periodista. Presentadora de TV. Coordinadora de Publicidad de Uniautónoma.

Experiencia dolorosa. Mi madre, Blanca Flor Palomino, lamentablemente falleció hace 11 años por un cáncer de seno bastante agresivo que le detectaron en 1999. Ella era una fotógrafa muy conocida, fuerte y extrovertida. Cuando le detectaron la enfermedad lo enfrentó y salió adelante, pero como a los dos años y medio, le repitió en el otro seno, y fue mucho más agresivo, pues fue el que se la llevó. Ella murió en 2004, cuando yo tenía casi 18 años.

Se repite la historia. Diez años después de la muerte de mi mamá, a mi me diagnostican también un cáncer de seno, hace ya casi dos años. La noticia fue tremenda para mí, no sabía cómo afrontar esa misma situación que había vivido mi mamá, sobre todo porque yo viví todo el proceso con ella; soy hija única, por lo que todo el tiempo estuve a su lado, ayudándola, cuidándola. Me hicieron quimioterapia, me operaron la mama izquierda y decidí hacerlo también con la derecha. No tengo glándulas mamarias, solo prótesis, y lo hice por prevención, pues en mi familia hay antecedentes fuertes de cáncer.

Otra dura prueba. Tuve una recurrencia justo antes de que me enterara de que estaba embarazada. Yo me casé hace un año y medio con una persona maravilllosa que conocí estando calva, en plena quimioterapia, y que me ha acompañado en este proceso. Hace 15 días soy felizmente la madre de Emmanuel –‘Dios entre nosotros’–, un bebé hermoso y sano. Pero hace 9 meses me hallaron otro quiste en la misma parte de la primera vez. Me operaron otra vez y, cuando ya iba a empezar la radioterapia, me entero de que estoy embarazada. Los oncólogos me dijeron que lo más viable era el aborto, para poder hacerme radioterapias. Les dije que no, que si estaba en embarazo era porque el Señor así lo había decidido, y postergué el tratamiento para ahora después del parto.

En manos de Dios. El segundo cáncer de mi madre fue devastador, ya que le hizo metástasis en los huesos. Pero en este trance jamás pensé en una opción como la eutanasia. Pienso que el único que tiene derecho a disponer de la vida de uno es Dios, que así como te la da, te la puede quitar. Es respetable la decisión de quien pide ese final, pero si están los cuidados y los médicos, el proceso se debe llegar hasta cuando Dios quiera, de manera natural, no que lo decidan otras personas.

El amor, la mejor medicina. Nadie sabe cuán difícil es afrontar la enfermedad terminal de un ser que amas. Sus dolores, sus miedos, las angustias del día a día. Pero pienso que es clave aferrarse a Dios, tener los cuidados médicos, seguir las orientaciones profesionales, nunca desistir, acercarse a la familia. Creo que el amor es la mejor medicina que hay. A mí me hizo efecto: el amor de Dios, de la familia y el amor de mi esposo me sacaron del hueco en el que estaba por culpa del cáncer. Agárrense de Dios, de su amor y de tus seres queridos, que con ellos, y con los médicos, obvio, se puede seguir la lucha.