Compartir:

Comenzando esta columna quisiera resaltar a Vancouver, la ciudad que hoy en día es mi hogar. Confieso que nunca imaginé llegar por estos lados del hemisferio norte, pero aquí me encuentro y poco a poco he aprendido a amarla. No, no es tan frío como uno imaginaría Canadá. No nieva, pero sí llueve mucho. No vivimos in iglúes, hablamos inglés y la temperatura no baja de menos 5 grados en el invierno. El clima es moderado comparado con otras ciudades como Montreal o Toronto, donde los cambios son extremos.

El Estrecho de Georgia en el oeste, formado por la barrera que forma la gran isla de Vancouver Island, la protege de la fuerza directa del Océano Pacífico. Vancouver es una península rodeada de montañas. Fue denominada por el autor Canadiense Douglas Coupland como 'The City Of Glass' o la ciudad de cristal, por su moderna estética arquitectónica de acero y vidrio en los edificios en el centro de la ciudad.

A tan sólo una hora y media en auto está Whistler, la mundialmente reconocida montaña para esquiar que fue sede de las Olimpiadas de Invierno de 2010. Vancouver y Whistler hacen parte de la provincia de British Columbia, una de las más grandes de Canadá.

Vancouver es una ciudad de contrastes: moderno y antiguo, naturaleza y creación, ricos y pobres. Ha tenido fuertes olas de inmigración, especialmente asiáticas, por lo que la comunidad China, principalmente, es una de las más predominantes en la ciudad. No por nada se le ha acuñado el término Hongcouver (viene de Hong Kong).

Esto también se traduce en una variedad de opciones gastronómicas y Vancouver es reconocida por su exquisita cocina que fusiona ingredientes locales con recetas internacionales. Es una de las ciudades más verdes de Norteamérica, tiene uno de los parques urbanos más grande del continente: Stanley Park, y atrae a turistas de todo el mundo, especialmente a aquellos que vienen en cruceros. Aquí en Vancouver hay opciones para todo tipo de viajeros.

Joanna Riquett, autora del artículo.