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En mi más reciente viaje pasé por Kioto, una pequeña ciudad no muy lejos de Tokio, pero abismalmente diferente. Con una población de alrededor de 1.5 millones de personas, Kioto conserva un balance excepcional entre moderno y tradicional. Antiguamente fue la capital del gran imperio Japonés, pero hoy en día es más conocida por el turismo, los bellísimos templos budistas y santuarios sintoístas, y las artesanías. Sin embargo, también es la casa de grandes imperios tecnológicos como Nintendo o Kyosera, entre muchos más.

Kioto es una de las ciudades más hermosas que he visto. Antes de ir a Japón ya estaba enamorada de su cultura, pero cuando llegué aquí quedé fascinada con su belleza. A diferencia de Tokio, con sus grandes rascacielos y ajetreadas calles, Kioto tiene un ritmo más tranquilo. Los edificios son más bajos, las calles no tienen tanto tránsito (con excepción de algunas cuantas) y muy poca gente habla inglés. Se puede ver por las calles a los niños caminando solos para tomar los trenes y autobuses desde temprana edad. A mi me sorprendió ver pequeños de alrededor de 8 años comportándose como adultos y sin supervisión. Y si alguien se los roba o los lastima? Obviamente, esto no pasa por la mente de los locales.

Alrededor de los templos, especialmente el Kiyomizu-dera (foto), generalmente hay establecimientos que venden artesanías típicas y comidas tradicionales, que nada tienen que ver con sushi. Los domingos la gente se pone sus mejores kimonos para ir a los templos y en algunos de ellos hay bailes de Geishas. Las Geishas, sin embargo, no son tan fáciles de ver, pero si se encuentra alguna por la calle, todas las cámaras le apuntan cual animal en extinción. A mi me dio vergüenza pedir una foto, pero igual no podía parar de mirar.

En Kioto me contacté con un Maestro del Té. Su nombre es Jack, un hombre originario de Estados Unidos, pero que ha vivido en Kioto por más de 35 años. Hablamos para coordinar una tarde de té en su casa y aprender más sobre este tipo de arte. Me explicó por varios minutos cómo llegar desde donde yo estaba, a lo que le pregunté si no podría mejor darme la dirección completa. Una carcajada escuché al otro lado de la línea. 'Aquí no funciona así, mi querida', me dijo. De vuelta a la explicación, esta vez anoté cada referencia: la panadería, el letrero verde, la casa rosada de la esquina… llegué sin problemas.

En esta ciudad es muy fácil encontrar el llamado Wabi-Sabi, o el arte de la imperfección, por sus paisajes rústicos y la sensación de haberse quedado en el tiempo. En hermosas callecitas de piedra se puede caminar por horas hasta entrar a algún restaurante que sólo se identifica con un letrero escrito en japonés y hecho en lienzo. A veces no estaba segura si estaba entrando a un restaurante o a la casa de alguien. En los buenos y auténticos lugares nadie habla inglés, por lo que tu palabra favorita será entonces 'Omakase' (sorpréndeme) y no te decepcionarás.

La visita a Kioto es requerida si se visita Japón. A veces el tiempo y el dinero no alcanzan para ver Tokio y Kioto en un solo viaje, pero si se tiene la oportunidad, este lugar es tan mágico y hermoso que valdrá la pena la inversión.

Joanna Riquett, autora del artículo.