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Sin sus pertenencias, sin algunos miembros de sus familias, desplazados, refugiados de la guerra, pero con vida, con sus hijos, con sus padres, con sus perros y gatos regresaron este jueves a la capital del país 117 colombianos repatriados en un vuelo de la Fuerza Aérea que despegó de Beirut el pasado miércoles en medio del estruendo de las bombas israelíes que destrozan edificios, carreteras y plazas el sur del Líbano desde hace un par de semanas.

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Del centenar de connacionales que llegaron a la base militar de Catam, una decena de ellos, del Caribe colombiano, con raíces y conexiones culturales e históricas con el Líbano, llegaron al Aeropuerto El Dorado para abordar los vuelos a sus ciudades de origen.

Matul Guzmán, de Barranquilla y quien vive en el Líbano hace 12 años, habló con vestida con su velo árabe, asida a sus dos pequeños hijos con las manos y llevando sus maletas empacadas lo más rápidamente posible para salvarse y salvarlos de la guerra.

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“La situación está muy tensa, los ataques se han intensificado en las últimas horas, es insostenible, nosotros estábamos en el sur del Líbano al norte, somos desplazados de Marawinie, porque el lunes atacaron justo enfrente del edificio y la carretera quedó completamente destrozada, no sabemos cómo está nuestra casa, apenas escuchamos las bombas agarré mi pasaporte y logramos evacuar con mis dos hijos”, contó con estremecimiento.

“Los vidrios temblaban y temblaba la casa, salimos en nuestro carro al norte del Líbano, y en ese viaje se colapsaron vías, decenas de civiles comenzaron el éxodo masivo de las ciudades atacadas, porque en el norte es la zona más segura”, agregó.

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A su vez, María Alejandra Castillo, de Cartagena, con su pequeña hija mirándola hablar de lo indecible, narró a este diario: “Con cada hora que pasaba se deterioraba nuestra seguridad, estábamos en Zahle, y ya era demasiado, a cualquier hora del día, en la madrugada más que todo, bombas, aviones, drones, y yo tengo una hija a la que tengo que cuidar, dejé a mi esposo y abogo por un segundo vuelo humanitario, es importante que ayudemos a muchos más colombianos”.

La joven, periodista y quien hacía videos para redes sociales, estaba hace casi 10 años en el Líbano con su esposo libanés. Cuenta que hay alrededor de 600 colombianos esperando salir de la zona de guerra.

“He hecho una vida fuera de Colombia, y no es nada fácil dejar todo tirado de un día para otro, dejar a tu familia, tu casa, tus proyectos y salir con dos maletas”, susurró en una exhalación con la voz quebrada e intercambiando una mirada de amor con su pequeña.

Y Jocelyn Reyes, de La Guajira, expresó en diálogo con este periódico, mientras su gato Gucci permanecía colgado en su pecho, cómo fue la situación en Líbano: “Es muy triste, se corre peligro a cada momento, se están violando todas las reglas que hay en las guerras, son misiles que impactan por todas partes. Yo vivo en una ciudad cristiana que nunca se toca pero alrededor hay áreas que han sido impactadas mucho”.

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Contó su estremecedora historia y la paradoja de no creer la propia experiencia de vida: “Un día estábamos en el jardín de mi casa, hace diez días, y siento que algo se acerca, zumbando, y nos pasó muy cerca un misil y cayó a tres minutos de mi casa, en un edificio que quedó en escombros, murieron mujeres, hijos, no importan quien caiga. Eso fue en Zahle”.

“Tu mente es tan poderosa que se adapta a cualquier circunstancia, vivimos en angustia, me dormía y me despertaba con escalofríos y es producto de todo el estrés, usted escucha, y se pregunta dónde cayó, y revisa noticias y empieza a preguntarse por las personas que usted conoce a ver cómo están”, narró la joven, recordando la incertidumbre, el temor, la partida, de regreso en sus país, a salvo, pero con las heridas del desarraigo de la guerra.