Más de 500 áreas clave de biodiversidad y 180 millones de hectáreas de bosques están afectadas por explotaciones de combustibles fósiles y minería en las cuencas del Amazonas, del Congo y el sudeste asiático, alertó un informe presentado este lunes en la COP16.
En estas tres regiones, que suman 25,4 millones de hectáreas de áreas protegidas, están superpuestas por bloques de petróleo y gas, denunció el informe ‘Ventana de oportunidad que se cierra: Mapeo de amenazas del petróleo’, presentado por Earth Insight y otras organizaciones ambientales en el primer día de la COP16 de Biodiversidad que se celebra en Cali hasta el 1 de noviembre.
”Lo mínimo, lo básico, es asegurar que áreas clave de biodiversidad, en territorios indígenas y otras áreas importantes para la conservación no sean fracturadas por las industrias extractivistas”, dijo en una rueda de prensa Juan Pablo Osornio, director de Compromiso de Earth Insight.
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Osornio alertó, además, que “en la cuenca de la Amazonía estamos viendo de manera aguda las consecuencias de llegar al punto de quiebre”.En ese sentido, el vicepresidente de Ciencia y Biodiversidad de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (CMAP) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Stephen Woodley, recordó que “la principal causa de pérdida de biodiversidad es la fractura de las tierras”, en referencia al llamado lanzado en esta cumbre para frenar la pérdida de recursos naturales.
El informe, por otro lado, también muestra la amenaza que representa la expansión extractiva para los medios de vida de los pueblos indígenas. Por ejemplo, “más de 30 millones de hectáreas de territorios indígenas en el Amazonas se superponen con concesiones de petróleo y gas, y nueve millones de hectáreas con concesiones mineras”. Y en especial, señala el documento, suponen un riesgo para los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario.
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En este escenario, organizaciones ambientales hicieron un llamado para “una acción global urgente y coordinada para cerrar la brecha entre los compromisos de conservación y la realidad de la explotación industrial de los recursos naturales”.
En definitiva, “este informe es una bandera roja para todos los estados”, consideró Alice Jay, de Campaign for Nature.Por su parte, Osornio concluyó: “Tenemos una ventana de oportunidad que se está cerrando para proteger estas áreas mientras las industrias extractivistas se van expandiendo”.