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Al ‘tigre’ había que dejarle una salida. Y había que dejársela porque herido en su orgullo y hambriento de poder, en cualquier momento, se le iba a tirar las personas. Y eso no le convenía a nadie de la izquierda colombiana, especialmente al presidente Gustavo Petro. El ‘tigre’ olió sangre y no tardó en mostrar los dientes para recuperar terreno.

La amenaza era de vieja data, de audios filtrados a mediados de 2023, cuando Armando Benedetti, cansado del papel secundario que le habían asignado en el Gobierno de su compinche, ese mismo al que ayudó a lograr su sueño presidencial, no tardó en ‘escupirle’ palabras de grueso calibre a Laura Sarabia, la que pasó de ser su antigua subordinada a la mano derecha del primer presidente progresista del país. Le quiso hacer sentir sus ‘charreteras’ y recordarle la importancia de su gestión pasada, pero la vida dio vuelta. Ella tenía una oficina en el tercer piso de la Casa de Nariño, a tan solo unos metros del despacho del jefe de Estado. Ella hablaba al oído y daba línea a los ministros. Ella salía en todas las fotos. Ella brillaba. Él estaba ‘enjaulado’ y aburrido en una embajada en Venezuela.

En 2018, tras la derrota en las elecciones ante Iván Duque, la izquierda colombiana estaba más que obsesionada y segura de que podía llegar a la Presidencia. El desgaste de los sectores de derecha y el estallido social de 2021 alimentaron un timonazo en el rumbo del país, pero hacía falta algo en las filas progresistas. Faltaba astucia y conocimiento para jalonar sectores de centro, empresarios y agremiaciones. Eso ocasionó el aterrizaje de Benedetti y Roy Barreras, dos zorros viejos de la política, a la colectividad petrista. Ambos, especialmente el exembajador barranquillero, lograron sumar los votos necesarios para vencer a Rodolfo Hernández.

Todo era alegría, pero Benedetti fue desterrado cuando soñaba con ser ministro del Interior. Lo mandaron a Venezuela, y luego –tras una serie de escándalos en el vecino país- a otra embajada en Roma. Eso lo tomó como una traición. Le dolió. Lo hartó, pero antes de atacar, amenazó.

“Prepárense porque yo en cualquier momento reclamo mi espacio político y no lo hagan para que vean, y si creen que es una amenaza, es una amenaza y si quieres grabarlo, grábalo, exploto porque ayer ustedes me maltrataron como una mier... y eso no se le hace a Benedetti”, manifestó en ese momento.

El regreso a Bogotá

A pesar de sus cuestionamientos, las investigaciones por corrupción en su contra y las denuncias de violencia de género, Petro ha sido incapaz de soltarle la mano a Benedetti, un respaldo que desde el principio había causado fastidio en los petristas de pura sangre, que nunca han aprobado su presencia en el ejecutivo porque sus acciones, a priori, no convergen con sus ideologías políticas.

Sin embargo, a pesar de las inconformidades del Pacto Histórico, Benedetti volvió esta semana a Palacio, al prestigioso y anhelado tercer piso, para desarrollar labores de asesoría presidencial de la cual no se conocen mayores detalles. Vuelve en un momento donde la figura de Sarabia está desgastada y el gabinete cada día está más dividido. Pero –sobretodo- en un momento donde el Gobierno no goza de buenos números. Además, las elecciones de 2026 están a la vuelta de la esquina.

Pero ese ‘sapo’ no se lo empiezan tragar más algunos funcionarios. Por eso la ala izquierda más sectaria del Gobierno, conformada por Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud; Iván Velásquez, ministro de Defensa; Augusto Rodríguez, director de la UNP; Susana Muhamad, ministra de Ambiente; Francia Márquez, la vicepresidente y Gustavo Bolívar, director del DPS le exigieron una reunión a Petro para expresar su inconformismo. Hubo rebelión, aunque luego se le bajó el tono. Benedetti, más allá de los malestares que despierta, es necesario para el proyecto del jefe de Estado.

“La llegada de Benedetti a la casa de Nariño evidencia varias cosas. La primera de ellas es una fractura al interior del petrismo en donde claramente se advierten ya dos bandos, faltando año y medio para las elecciones de 2026, en donde está el bando o está la fracción de aquellas personas que llegaron a la campaña presidencial para traer votos y otros son los candidatos políticos, activistas que han estado toda la vida en el petrismo, que también traen votos pero que no mueven ni movilizan estructuras clientelares. Y eso ha generado una fisura importante”, explicó Carlos Arias, politólogo y catedrático del Externado.

De acuerdo con el experto, el segundo aspecto de la llegada de Benedetti a la casa de Nariño tiene que ver con claramente la falta de inoperancia, ineptitud e inexperiencia de muchos de los ministros y del gobierno en sí “para poder gestionar y gerenciar los asuntos públicos”.

“Y tercero, la llegada de Benedetti muestra la falta de coherencia en el discurso ideológico de Gustavo Petro, en donde claramente importa más el pragmatismo político, la operatividad electoral con miras al 2026, que el discurso y la narrativa ideológica del cambio. Cambio que claramente no es cierto, claramente el cambio se evidencia que fue una falacia y una retórica promesa de campaña, pero que al traer a un operador político clientelista como Armando Benedetti, pues seguramente muchos miembros de la opinión pública van a desdibujar esa falacia y ese sofisma de distracción electoral que vendió Gustavo Petro hace dos años”, explicó.

Lo expertos concuerdan en que Benedetti, aunque es señalado de ser un político transaccional y totalmente alejado de los principios progresistas, es un mal necesario en la actualidad para el Gobierno, mucho más si se tiene en cuenta el auge de apoyos que ha conseguido Vicky Dávila, una figura a la que le temen en la izquierda y a la que el político barranquillero, como camaleón que es, ya le levantó el pulgar.

“El lanzamiento de Vicky Dávila a la presidencia revalorizó a Armando Benedetti, visto que podría convertirse en un arma mortal en manos de Vicky, decidieron atraerlo ¿Para controlarlo? Difícil tarea con un costo muy alto en la opinión y en las propias filas del Pacto Histórico”, indicó León Valencia, director de Pares.

Por su parte, en este sentido, Patricia Yi, directora de la especialización en gobierno y gestión pública territoriales de la Universidad Javeriana, consideró que otro de los aspectos más polémicos del nombramiento de Benedetti tiene que ver con inconformidades y posibles tensiones que genera especialmente en mujeres de la bancada del pacto histórico debido a las denuncias y a las situaciones vividas por violencia de género.

“Evidentemente, es una situación en donde el presidente de la república ha tomado una clara decisión de qué privilegia en función, leo yo especialmente, de los beneficios que pueda tener la campaña, la contienda electoral, pues a partir de los resultados que pudo haber demostrado Armando Benedetti en la anterior campaña”, explicó.

“Yo creo que la principal lectura que se puede hacer de la llegada de Armando Benedetti a Palacio es el mensaje que envía el mismo presidente de la República sobre su apoyo incondicional a Armando Benedetti, aún después de los momentos de tensión que vivió con la hoy directora del DAPRE y que han recibido el rechazo de algunos sectores del mismo pacto histórico”, concluyó.

El regreso

Benedetti explicó que su oficina quedará al lado de las del presidente Petro y de Sarabia, con quien ha tenido fuertes roces.

“Se necesita un poco más de experiencia de relacionamiento con el Congreso, no solamente es de ‘politiquería’ o ‘mermelada’ como a veces tontamente se ha dicho”, indicó.

También aclaró que antes de regresar al país estuvo 35 días en un centro de rehabilitación para tratar su adicción a las drogas y al alcohol