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El pasado lunes asumió Donald Trump por segunda vez el poder en los Estados Unidos, el mayor socio comercial de Colombia, con el 26% de las exportaciones, en medio del gobierno del presidente Gustavo Petro, el primero de izquierda en el país, con el que no tienen a simple vista muchos puntos en común y, en cambio, ambos tienen antecedentes de ser muy poco reflexivos a la hora de la diplomacia y las decisiones en materia de relaciones internacionales.

Por ahora, con la llegada de Trump se destaca una fuerte apreciación del dólar, provocando una depreciación del peso colombiano y se espera que las propuestas proteccionistas del nuevo Washington, como aranceles universales de 20% sobre importaciones, tensionen el comercio con Bogotá.

En este sentido, es clave que Petro profundice relaciones comerciales con Asia, Europa y la región americana.

Seguramente, Trump, además, exigirá a Colombia medidas antidroga más severas, como una erradicación agresiva de cultivos ilícitos, y controles migratorios más estrictos.

“Espero del nuevo Gobierno de los Estados Unidos, diálogo y entendimiento civilizado, y unas américas compuestas de seres humanos iguales y libres”, fue lo que dijo Petro sobre la llegada de Trump.

De acuerdo al más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), en 2023 las hectáreas sembradas de coca superaron las 253.000. O sea, un aumento del 10 % frente a 2022, a lo que se añade un incremento del 53 % en la producción de clorhidrato de cocaína pura, que llegó a 2.664 toneladas en esa vigencia.

Otro tema que separará diametralmente a Trump de Petro -quien no fue invitado al evento del lunes-, es el cambio climático, pues este es una constante en el discurso y el modelo de mandato de Petro, y Trump no cree en él.

También, entre los anuncios que hizo Trump el lunes y que tienen relación directa con Colombia está la clasificación del Tren de Aragua, con fuerte presencia en el territorio nacional, como organización terrorista.

En concreto, respecto al Tren de Aragua - un grupo criminal al que Trump hizo referencia en múltiples ocasiones durante la campaña, en discursos estigmatizando a todos los migrantes venezolanos- su Gobierno ordenará la deportación de las personas que sean consideradas “miembros” de la banda, según indicó un funcionario del equipo de transición en una llamada con periodistas.

Este grupo, que surgió en una prisión venezolana y tiene presencia en varios países de Suramérica, fue sancionado ya en julio de este año por el Departamento del Tesoro bajo la Administración del demócrata Joe Biden.

Así mismo, Trump revocó la medida de Biden sobre la salida de Cuba de la lista de estados promotores del terrorismo, que había sido impulsada por Colombia.

Biden, que este lunes abandonó el poder tras cuatro años de mandato, había firmado esa orden ejecutiva a menos de una semana de abandonar el poder.

Tomó esta decisión para propiciar la liberación de varios presos cubanos como parte de un proceso que contaba con la mediación del Vaticano. De hecho, ese mismo día Cuba anunció la liberación de 553 personas “sancionadas por delitos diversos”

Biden había suspendido también la capacidad de los ciudadanos estadounidenses de demandar en tribunales de Estados Unidos la expropiación de sus propiedades en Cuba y levantó algunas sanciones financieras.

La inclusión de Cuba en el listado en enero de 2021 fue una de las últimas decisiones que tomó Trump antes de dejar el poder en su primer mandato (2017-2021).

Estados Unidos justificó entonces la medida aludiendo a la presencia en la isla de miembros de la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que viajaron a La Habana para iniciar negociaciones de paz con el Gobierno de Colombia.

Esa designación implica la prohibición de venta de armas con ese país, un mayor control a sus exportaciones, restricciones en la ayuda exterior, mayores requisitos para los visados y diversas sanciones económicas.

Cuba había formado parte de la lista desde 1982, pero salió en 2015, durante la etapa de acercamiento impulsada por el entonces presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017) y frenada por Trump, que durante su primer mandato redobló las sanciones sobre La Habana y frenó el “deshielo”.

La Administración saliente de Biden había hecho algunos gestos hacia la isla, como la eliminación del límite de remesas para Cuba, pero había mantenido hasta mediados de enero a Cuba en ese listado al que ahora vuelve el país.

En su audiencia de nominación como secretario de Estado, Marco Rubio, que fue confirmado este lunes por el Senado, había declarado la semana pasada que tenía “cero dudas” de que Cuba es un país promotor del terrorismo.

Cuando se produjo la salida, el Ejecutivo cubano calificó de “decisión en la dirección correcta” -aunque limitada- el anuncio de Washington. El Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla subrayó que se trataba de un paso “muy limitado” sobre una política “cruel e injusta” y destacó que “la guerra económica permanece”.

Y también Trump expresó sus intenciones de “retomar” el Canal de Panamá, debido a que, según afirma, hay presencia china, y además se quejó nuevamente del alto precio que estarían pagando los barcos estadounidenses al cruzar la vía interoceánica.

“China está operando el canal de Panamá. Pero no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá, y lo vamos a retomar”, señaló el mandatario estadounidense.

El Canal de Panamá fue construido por Estados Unidos, que lo inauguró en 1914 y lo administró hasta su traspaso total al Estado panameño el 31 de diciembre de 1999, como quedó establecido en los Tratados Torrijos-Carter, firmados el 7 de septiembre de 1977 en Washington por el líder panameño, Omar Torrijos (1929-1981), y el presidente estadounidense, Jimmy Carter (1924-2024).

Y Petro se ha manifestado al lado de los panameños en esta disyuntiva entre Washington y el istmo vecino del Caribe y el Pacífico.