Con el objetivo de coordinadar la ruta de atención inmediata para la población afectada por el conflicto que se vive en la región del Catatumbo, la Registraduría, la Unidad Nacional de Protección y el equipo de Paz del Ministerior del Interior se reunieron este miércoles con las autoridades locales de Ocaña, en el departamento de Norte de Santander.
En este sentido, Juan Fernando Cristo, ministro del Interior, explicó que la Registraduría instalará oficinas especiales para la identificación de víctimas del conflicto.
“La barbarie del ELN dejó décadas de guerra, desplazamiento y violencia en el Catatumbo, no podemos acostumbrarnos ni mirar hacia otro lado”, manifestó Cristo.
“Lo que hizo el ELN es imperdonable, hicieron una masacre de la población civil, una barbaridad. Lo que ellos pretendían era apoderarse de la frontera colombovenezolana con razones estratégicas para apoderarse de las rentas criminales”, agregó.
De acuerdo con Cristo, el Gobierno Nacional está articulando una respuesta en tres frentes primordiales: seguridad, humanitario y la garantía de inversión social.
“Para eso se expedirá el decreto de conmoción interior con el que se buscará implementar varias medidas para fortalecer las labores de seguridad”, indicó.
Crisis humanitaria
Según informó el martes de la Defensoría del Pueblo, de las 32.000 personas desplazadas, 15.086 llegaron a Cúcuta, capital de Norte de Santander; 11.503 a Ocaña, segunda ciudad de ese departamento, y 5.300 a Tibú, localidad ubicada en el Catatumbo.
Al llegar al coliseo, son encaminados hacia unos puestos de atención marcados con los nombres de los municipios de los que proceden donde funcionarios les toman los datos en medio de un constante ajetreo por la llegada de alimentos y colchonetas.
En esa asistencia participan entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que cuida de la infancia y la adolescencia; los bomberos, la Defensoría del Pueblo, la Cruz Roja Colombiana y el Hospital Emiro Quintero Cañizares.
También hay puntos de “atención sicológica” y de “asesoría espiritual”, y en un campo de fútbol situado en la parte de atrás del coliseo, unos muchachos juegan mientras los adultos preparan comida en grandes ollas.
“Uno queda estigmatizado, con nervios por tanta violencia y tantos niños sufriendo”, agrega la mujer.
Según explica, su grupo estaba compuesto por “seis personas, tres mujeres y tres muchachos”, que salieron caminando en dirección a Ocaña, pero a mitad de camino ella se lesionó una pierna en una caída, por lo cual tuvieron que pedirle ayuda a un motociclista para que la subiera en la parte de atrás.
La mujer añade que aunque han recibido las primeras ayudas, temen por su futuro si la crisis se prolonga.
“Se están portando bien con nosotros porque nos están dando la ‘cabida’ y comida”, dice, y añade que también necesitan ropa y útiles de aseo. “Yo soy una persona que no tengo trabajo acá, ya no me llega ni (el subsidio de) la tercera edad (...) eso nos lo quitaron”, afirma.