En quizás uno de los mayores picos de rating del consejo de ministros del pasado martes, el presidente Gustavo Petro tomó la palabra y se lamentó por lo bochornoso que estaba resultando la diligencia con su equipo de gobierno. “La noticia va a ser la de un gabinete roto mañana”, dijo el mandatario. Su premonición no estaba nada alejada de la realidad. El gabinete, que ya estaba medio pegado con babas desde el año pasado, había terminado de romperse.
El descontento tiene nombre y apellido: Armando Benedetti. El político barranquillero, que ya había levantado llagas a finales del 2024 luego de ser nombrado como asesor del presidente, subió de estatus en el Gobierno al ser nombrado como jefe de despacho, haciendo estallar en cólera a más de un funcionario.
La explosión estaba cantada desde noviembre del año pasado. En ese entonces, varios ministros se negaron a participar de una sesión en Palacio luego del nuevo nombramiento de Benedetti. La onda expansiva pudo ser controlada con el pasar de los días, pero dejó las bases del progresismo fracturadas.
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Sin embargo, en el 2025 la nueva granada no pudo ser desactivada. Con el nuevo cargo, la vicepresidenta Francia Márquez y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, lideraron el bloque opositor con el respaldo de Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección, UNP; Juan Correa, exministro de Cultura; Andrés Camacho, ministro de Energía; Jorge Rojas, exdirector del Dapre y Gustavo Bolívar, director de Prosperidad Social. Otro puñado de funcionarios, de menor jerarquía, también cerró filas.
No obstante, el grupo rebelde, de acuerdo con fuentes de la Casa de Nariño, era muy grande. El malestar se filtró y Petro, de acuerdo con medios capitalinos, decidió transmitir el consejo para intentar bloquear el complot en contra de su mano derecha. La estrategia no funcionó del todo bien. El presidente criticó a la izquierda y trató de sectarios a algunos de sus funcionarios. Además, los acusó de tener agendas paralelas y aspiraciones presidenciales. Ya no hubo reversa y los indignados funcionarios empezaron a pasar cartas de renuncia.
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Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud; Diego Guevara, ministro de Hacienda; Iván Velásquez, ministro de Defensa; Laura Sarabia, canciller y otro funcionario más, pese a los regaños de Petro, lo respaldan a raja tabla. No obstante, es evidente el enfrentamiento entre los purasangre de la izquierda y los anexos de la campaña.
“Mire, es que al igual que uno tiene lealtad con el presidente, él también tiene lealtad con otras personas. Él nos explicaba en el Consejo de Ministros dos cosas una, que cuando empezó los debates sobre el paramilitarismo quien estuvo a su lado, a pesar de pertenecer al establecimiento, fue Benedetti, entonces de pronto puede tener ahí una cierta lealtad. Pero lo segundo habló de las segundas oportunidades y en ese momento no lo entendimos, pero es que el presidente también es sujeto de segundas oportunidades, él fue guerrillero, tuvo su segunda oportunidad y fue un gran parlamentario y hoy es presidente de la república. Entonces, uno tiene que entender las razones”, explicó Gustavo Bolívar.
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Renglón seguido, Bolívar aseguró que, pese a sus reparos a Benedetti, entiende la protección que ha recibido de Petro en el Gobierno.
“Pero por encima de todo, es que quien gobierna es el que escoge su equipo de gobierno. A mí no me gustaría, por ejemplo, como director de Prosperidad Social, que me dijeran a quién tengo que poner como secretario privado, a quién tengo que poner en mi equipo colaborador. Entonces, él ganó, él es el presidente y él es el que tiene derecho a nombrar su equipo colaborador. Ya, como usted dijo, los demás veremos si nos quedamos, nos vamos. Pero el que manda ahí es el presidente”, agregó.
Punto de no retorno
Debido a las grietas evidentes, algunos expertos y líderes políticos, algunos cercanos en su momento al Pacto Histórico, concuerdan en que el proyecto progresista postPetro debe girar de una manera diferente en 2026.
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“La izquierda colombiana debe pensar en el post petrismo, en cómo convocar un frente amplio más allá de un caudillo, y que sea un proyecto colectivo realmente emancipador. La izquierda de hoy está sometida a Petro, pero también hay una izquierda que se le reveló y está latente”, señaló la socióloga y feminista Juana Afanador, en su momento aspiró a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático.
“La izquierda ( o una parte) tiene la oportunidad de re acomodarse y de renovarse, desmarcándose de Benedetti y de Petro. Caminar hacia el feminismo, el anti racismo, y la emancipación colectiva. Quedarse en la sombra de Petro, es marchitarse, y someterse al que él diga”, agregó.
En este sentido, la socióloga Sara Tufano señaló: “Hay que repetirlo mil veces: para que un proyecto de izquierda perdure es necesaria la autocrítica. Sin desconocer la trayectoria de Petro, en la próxima campaña va a ser valorizada la autonomía por encima de la subordinación. ¿Cómo es posible que no se puedan señalar las fallas?”.
“Triste ver como Petro trata a las personas que han estado a su lado durante tanto tiempo, pienso sobre todo en Jorge Rojas. Petro: ¿de qué te sirve preocuparte por los más pobres si maltratas a los más cercanos? Deja la soberbia a un lado, sigue el ejemplo de Mujica”, cuestionó en su cuenta de X.
Además, la investigadora Olga González consideró que la mejor manera de hacer valer los principios del progresismo es alejarse de las cuestionables actitudes que ha tenido el presidente.
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“Propongo que empecemos a pensar en un programa de gobierno de izquierda, pero de una izq no improvisada, no machista, no mesiánica, no caudillista. Una izquierda responsable y aterrizada”, señaló.
Pese a estas críticas, Petro ha seguido defendiendo el nombramiento de Benedetti, llamó sectarios a quienes rechazaron esa decisión y afirmó que su Gobierno busca cumplir “el programa que eligió el pueblo”, ya sea que “quién lo aplica (sea) blanco, negro, godo (conservador), liberal, izquierdista o lo que sea”
Debido a lo anterior, analistas políticas considera que el Gobierno perdió lo último que quedaba de su desgastado capital político y, a menos de un timonazo milagroso, la izquierda debe reevaluarse profundamente para volver a ganar en las próximas elecciones.
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“Queda la sensación de que el gobierno terminó y que lo que resta hasta 2026 es solo trámite legal y protocolar”, indicó el investigador Luis Fernando Trejos, de la universidad del Norte.
Terquedad
Petro, por su parte, parece no estar arrepentido de sus acusaciones ni mucho menos interesado en las críticas. El mandatario, extasiado por poder que le da estar en un atril ante multitudes, volvió a arremeter contra su gabinete desde Bucaramanga.
Además, defendió una vez más el nombramiento de Benedetti, la manzana de la discordia.
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“Tres millones de familias viendo el gabinete. Una hermosura, la gente pegada en las redes y en los canales durante horas viéndonos discutir de sus cosas. Lamentablemente, el sectarismo se impuso y lástima que no oyeron el mensaje de Jesús: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, concluyó Petro.