La delicada situación carcelaria de Colombia continúa girando en un alarmante bucle. Los últimos 30 años, con sus más y sus menos, reflejan que el cuestionado sistema sigue agrietado por, al parecer, las deficiencias de toda la vida: el asfixiante dominio de los grupos al margen de la ley (antes guerrillas y paramilitares, hoy Bacrim), los graves indicadores de hacinamiento (25%) en los penales, la falta de garantías para los custodios y la carencia de reformas contundentes para darle soluciones a los grises de la política criminal.
(Asesinan a director de la cárcel La Modelo en Bogotá)
Todo lo anterior, un coctel peligroso que cada tanto explota, ha vuelto a ser objeto de debate tras el asesinato del coronel en retiro Élmer Fernández, quien se desempeñaba como director de la cárcel La Modelo cuando fue atacado a tiros por sicarios en una vía al norte de Bogotá. Su muerte causó indignación por la fragilidad que lo acompañaba día a día: no contaba con un esquema de protección y el vehículo oficial en el que se movilizaba no contaba con ninguna película de blindaje, pese a lo riesgosa de su profesión.
(Asesinato del director de cárcel La Modelo: había recibido amenazas de muerte)