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El huracán político que se despertó en Venezuela tras la jornada de elecciones presidenciales, en las que Nicolás Maduro se reeligió en medio de múltiples denuncias de irregularidades, no ha parado de tener fuertes coletazos en Colombia, especialmente en la Casa de Nariño, donde el presidente Gustavo Petro ha sido blanco de duras críticas por diferentes sectores, que le han cuestionado su diplomacia –o complicidad con el régime– en la forma de manejar la actual crisis del vecino país.

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La actual situación ha llenado de incertidumbre a sectores tanto sociales como políticos. Por un lado, algunas organizaciones y expertos advierten que Colombia podría acoger una nueva y gigante ola migratoria que volvería, supuestamente, a desatar una delicada situación humanitaria en las principales ciudades del país. Por el otro, colectivos de oposición consideran que la actitud de Petro, mucho más reflexiva y silenciosa que con otras situaciones internacionales, le restaría capital político de cara a los comicios de 2026 en caso de que la situación de los venezolanos empeore, un escenario que –a su juicio– se abriría por el respaldo del jefe de Estado con las cuestionadas acciones de Nicolás Maduro.

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“Los impactos son múltiples. El primero sería el aumento de la migración a Colombia que llega en una situación de precariedad. Otro efecto es la prolongación de la violencia armada en la medida en que se mantienen grupos armados como el Eln y la Segunda Marquetalia siguen contando con un santuario estratégico en Venezuela ya que no son perseguidos por la fuerzas de seguridad. El tercero es que se produce un desgaste en la imagen del presidente en la medida en que sectores moderados que aún apoyan al Gobierno empiezan a tomar distancia porque perciben la postura del Gobierno colombiano casi como una actitud de complicidad con el robo de las elecciones sino con toda la represión que están viviendo los sectores de oposición”, explicó Luis Fernando Trejos, investigador de la Universidad del Norte.

En este sentido, Donna Cabrera, investigadora  asociada a la Pontificia Universidad Javeriana, considera que la principal demanda consiste en que “el Gobierno de Gustavo Petro se manifieste en contra de lo que está pasando en Venezuela, pero que a su vez se proponga una alternativa desde las relaciones internacionales que dé respuesta al conflicto interno” que se vive en el vecino país.

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“Yo me animaría a pensar que en esa intención que Petro ha demostrado de convertirse en un referente regional alrededor de ciertas temáticas, una salida negociada a la situación de Venezuela, puede ser un tema que le interese mucho tener en su récord y que por eso veamos que toma una posición negociadora en este momento. Si Gustavo Petro llegase a desarrollar alguna alternativa que fuera viable para generar un gobierno de transición o para fomentar que Venezuela reconociera los resultados de las elecciones del 28 de julio, este sería un capital político muy interesante que le permitiría recuperar credibilidad en algunas esferas de la opinión pública”, consideró la académica.

Sin embargo, de acuerdo con los expertos, el jefe de Estado está jugando un papel que le podría salir muy caro si se tiene en cuenta que un nuevo traspié en la construcción del diálogo con Venezuela sería mal visto por la ciudadanía del común, que ha rechazado en estas semanas el drama del vecino país.

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“Colombia también tiene intereses en Venezuela y Venezuela está participando de forma muy protagónica en nuestros procesos de paz y eso tiene un impacto directo. Para bien o para mal, el que estemos en el gobierno de Petro nos permite tener una posición estratégica que nunca habíamos tenido con la revolución bolivariana a lo largo de estos 25 años. Obviamente esto tiene un costo político que no sé si el presidente Petro, en su afán de protagonismo natural, esté dispuesto a saldar, es decir, esté dispuesto a pagar. Ese costo político sobre todo porque él, que es tan amigo de las imágenes y del posicionamiento, a veces muy desacertado y puede convertirse en un saboteador de la gestión que puede desarrollar el estado colombiano frente a la situación en Venezuela”, consideró Ronal Rodríguez, investigador del observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

Petro –a juicio de muchos– está jugando con candela. En este sentido, la oposición colombiana  ha aprovechado la actual coyuntura para relacionar el discurso del mandatario, que ha hablado de reformas por decretos y constituyentes, con las líneas tiránicas que se mantienen en Venezuela desde el chavismo.

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“Respecto a la incertidumbre de las elecciones en Colombia el tema Venezuela pasa por ahí. Sobre todo porque el presidente Petro ha tratado de utilizar la estrategia del régimen venezolano de convertir nuestra democracia en una democracia plebiscitaria. (...) Petro no ha podido evadir las comparaciones con Venezuela porque ha utilizado narrativas discursos formas maneras estrategias que utilizó la revolución bolivariana o que utiliza la revolución bolivariana y entonces eso va a tener un efecto directo sin lugar a duda”, agregó Rodríguez.

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Hasta el viernes en la noche, un grupo de 29 ex jefes de Estado de España y Latinoamérica pidieron a los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro, que reconozcan a Edmundo González Urrutia como el presidente electo de Venezuela. Sin embargo, la postura no ha cambiado.