Hoy quiero hablar de la intolerancia, esa que separa amistades y derroca admiraciones solo porque el afectado no piensa como tú. Eso que está pasando tanto en Venezuela y que la tiene sumida en la más profunda división, ya ni siquiera de clases sociales (contra la cual se plantea la lucha de revolucionarios y opositores), sino de vertientes políticas.

Sentimientos oscuros se han apoderado del corazón de muchos compatriotas, negándole el derecho básico a cualquier conciudadano a disentir o convenir según mejor le plazca. Es ahí donde todos caen en la negación de uno de los derechos fundamentales del ser humano: libertades individuales y entre ellas el derecho a pensar.

Tal vez muchos creamos que nuestro vecino, amigo o familiar está equivocado, pero eso no debe ser motivo de rupturas y separaciones, casi todas muy dolorosas, porque conllevan insultos y descalificaciones.

Con lo que sí debemos ser intolerantes es con la injusticia, la corrupción, la inequidad, la traición, la maldad, resumiendo todas las formas que podamos aquí mencionar. Por eso debemos ser muy críticos con nuestros gobernantes, si alguna de esas formas se deja ver en la gestión de gobierno. Es por eso –y ante grandes injusticias, mentiras y corrupción– que escribo cada semana, siendo intolerante con un gobierno que no se merece ningún tipo de compasión. Pero jamás la intolerancia dirigida a un amigo y menos a un familiar y, por sobre todas las cosas, a cualquiera que sea tu prójimo.

Los gobiernos están en la obligación de acatar las críticas y reaccionar conforme a la ley si sus ciudadanos están insatisfechos o tienen la mínima sospecha de que alguno de sus funcionarios está cometiendo algún acto alejado de esa misma ley. Es ahí que es deber ciudadano ser intolerante con gobernantes y gobiernos corruptos y fallidos.

Tal vez pueda yo, como persona individual, apoyar a quienes pretenden (sin caer en el irrespeto a las particularidades) tratar de convencer al cercano y no tan cercano que el camino que lleva, que las cosas que tal vez está viendo, son equivocadas, pero solo eso, tratar de convencer, para que pueda nuestra idea de justicia abrirse camino entre quienes no la ven aún.

Pero en mi muy particular percepción, más allá de eso, llegando a denigrar del otro, insultarlo y retirarle sus afectos o admiración, ya el camino de la labor de convencimiento extralimitó sus fronteras, como está pasando a diario en casi cualquier sector de la vida cotidiana venezolana.

Una cuestión de principios es dar lo que quieres para ti. Si no respetas, no te respetan, si no das amor, no será amor lo que recibas. Si la intolerancia mueve tus pasiones, entonces serás víctima de ella antes de que te des cuenta.

@PilinLeon