Cuando adelantaba mis estudios de bachillerato en Medellín tuve la oportunidad de compartir muchos momentos con Luis Enrique Martínez, a quien conocí tiempo atrás en El Copey, Cesar. Él se encontraba en esa ciudad realizando unas grabaciones musicales, oportunidad que aproveché para que me hiciera un recuento de su vida musical, tomando como partida Los Haticos, un corregimiento de Fonseca, donde nació en 1923.

Me comentó que a su padre Santander Martínez, quien combinaba el oficio de hacer techos de palma con el de acordeonero, lo acompañaba con las maracas o con el redoblante en las alegres colitas. En Fundación, donde lo llevó su madre Natividad Argote en busca de las nuevas oportunidades que le podría brindar la bonanza bananera, se especializó en aserrar madera, actividad que alternó con la música. Allí aprendió del acordeonero Pacho Rada.

Sus conocimientos musicales los perfeccionó con los músicos de la Provincia; al lograr cierta notoriedad se dedicó a este nuevo oficio que ejercía donde lo solicitaban. Rafael Escalona años después también tomó la figura del gallo fino para motivar la campaña presidencial de Alfonso López Michelsen, comparando las concentraciones de gallos con las contiendas políticas de los candidatos y compuso el paseo López es el pollo: “El Partido Liberal tiene el hombre/en la plaza de Bolívar se grita/López es el Pollo, López es el Gallo/el presidente que Colombia necesita”.

Siempre se recuerda con nostalgia las melodías de antaño, Luis Enrique interpretaba el son de Pacho Rada, el paseo y el merengue de los músicos de su tierra y sus obras musicales que emergían de sus vivencias. Es imposible olvidar la puya Francisco el Hombre, que le compuso a este legendario acordeonero que conoció en Machobayo, un caserío cercano a Riohacha. También aprendió a tocar la cumbia con Andrés Paz, autor de la melodía de La cumbia cienaguera, a la que le hizo los arreglos musicales y la grabó en 1951 con un novedoso acordeón de tres hileras. Esta cumbia, considerada por la Sinfónica de Londres como una de las grandes obras populares del mundo, fue presentada en Suecia con ocasión de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Gabo.

Fue uno de los primeros músicos que grabó composiciones vallenatas, en ellas se destacan las figuras que creaba con los bajos, diferente al marcante tradicional de sus antecesores, esta genialidad y versatilidad engrandeció nuestra música. Las interpretaciones de sus canciones siempre llevaban una introducción melodiosa y mantenía la misma tonalidad en su acordeón, aunque pasara de una hilera a otra.

Este Rey Vallenato, que se destacó como acordeonero, cantante, compositor y verseador, dejó un legado inmenso. Sus interpretaciones son la sublime conjugación de los instrumentos con el cantante. Sus innovaciones gestaron una escuela con muchísimos seguidores, donde los bajos armonizan y enaltecen las melodías. Él lo dice en su composición El gallo jabao: “soy el gallo peligroso con la espuela (los bajos) y con el pico (los pitos)”. “Oigan muchachos, oigan la nota, cómo toca el vallenato”.
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