General Palomino, me atrevo a decirle que le escribo en nombre de muchas mujeres que, como yo, vemos con desolación el panorama. En días pasados fue asesinada la patrullera Marta Isabel Correa a manos de otro de sus hombres, el patrullero Manuel Bobadilla. El homicida, después, se pegó un tiro.
La prensa dice que durante el año 2014, 24 de los 900 feminicidios en Colombia, fueron cometidos por miembros de la fuerza pública. Quizá las cifras no dicen tanto, general, como sí dicen los nombres. Así que permítame recordarle:
En junio de 2102, en el barrio Colombiatón de Cartagena, el patrullero Deivis González mató a Gloria Ruiz, e hirió a sus cuatro hijos. Estaba cegado de la ira porque su mujer le había mandado un mensaje de texto preguntándole por qué no había llegado. Después de la carnicería, Deivis se disparó en la cabeza.
En junio de 2013, se encontró el cuerpo sin vida de Sergio Mantilla, patrullero de la Policía de la seccional de Infancia y Familia, en un motel de Santa Marta. A su lado, el cadáver de Emelín Andrade, su pareja. La prensa tituló “Se suicida patrullero de la policía después de matar a su novia”.
En agosto de 2013, Carlos Arévalo, patrullero de la Policía Metropolitana de Cartagena, asesinó a su suegra e hirió gravemente a su esposa. Después se suicidó.
En septiembre de 2013, el subintendente Rafael Soto asesinó a su esposa en el Centro de Conciliación Familiar de la Policía en el sur de Bogotá, delante de su hijo de un año. En medio de la diligencia se encegueció por la ira y sacó su arma de dotación. Después de matar a Lucelis Navija, al igual que los otros, se disparó en la cabeza.
En marzo de 2014 la tragedia fue doble. El 8 de marzo, en el barrio El Dorado, un uniformado de la Policía Metropolitana de Bogotá asesinó a su expareja y a quien era su nuevo novio, y luego, adivine usted, se pegó un tiro en la cabeza. Una semana más tarde, en el municipio de Mosquera, el capitán de la Policía Julio Arias tocó a la puerta de la casa de su exnovia, Fadia Martínez, le disparó 3 veces y luego se suicidó.
Uno de los crímenes más atroces, el de Kelly Zapateiro, en el corregimiento de Manzanillo, cerca de Cartagena, vincula al patrullero Andrés Díaz. Kelly estaba embarazada y la despresaron para sacarle a su bebé. Dicen que un perro encontró un brazo de la víctima cerca del CAI de Manzanillo.
Los hombres de la Policía Nacional tienen un papel fundamental en la ruta de atención a mujeres víctimas de violencia, y aunque hay muchos que cumplen su deber, esta reseña habla muy mal de la institución. Qué les pasa a sus hombres, general Palomino. Seguramente lo mismo que le pasa a muchos, con la diferencia de que los suyos, general, se supone que nos defiendan de los asesinos y no que nos asesinen. Casi en todos los casos, general, cegados por la ira. Casi en todos los casos, usando sus armas de dotación. Qué va a hacer usted. No nos diga que va a investigar los hechos, general, porque ya conocemos lo importante: sus hombres nos están matando.
No ponga pañitos de agua tibia. No haga una campaña mediática. No intente limpiar la imagen de la institución. Evite que nos asesinen, general. Haga lo necesario para que sus hombres armados entiendan que nuestras vidas no son de ellos.
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