Es un gran placer pasearse por las maravillosas playas de San Sebastián en el País Vasco estos días, con un sol algo más suave pero que aún calienta y el Atlántico poniéndose más bravo con los primeros vientos de otoño. La temporada alta de turismo terminó el fin de semana pasado con el puente del festivo de Pilar. Donostia, su nombre en lengua vasca, registró un lleno casi total, que va en línea del gran aumento de visitantes en los últimos años. Uno de los factores que explican la atracción de San Sebastián es el fin de la violencia, la bombas y asesinatos selectivos. Hace cuatro años que ETA declaró el cese de hostilidades tras cuatro décadas de atentados terroristas contra las instituciones del Estado y cualquier persona que no compartía el ideario independentista de la banda. También ha terminado la violencia callejera y ya son pocos los grafitis y carteles a favor de ETA. Los separatistas de izquierda han apostado por la vía democrática para perseguir sus fines, y Bildu está presente en el Parlamento vasco y en los ayuntamientos.

Aunque el País Vasco ya no produce titulares sangrientos, eso no quiere decir que el conflicto se haya cerrado. Las heridas siguen abiertas. Desde el gobierno de España del Partido Popular exigen la autodisolución y desarme definitivo de la banda, pero para ello no están dispuestos a hacer las más mínimas concesiones. Una sería el traslado de los presos etarras a cárceles cerca del País Vasco para que sus familiares no tengan que hacer viajes de cientos de kilómetros a otras partes de España. El anterior presidente del PP, José María Aznar, en su día había permitido el acercamiento de presos, pero el partido hoy no quiere saber nada de esto.
El gobierno de Mariano Rajoy, lamentablemente, es uno de los principales obstáculos para que la situación se normalice. Hay un sector de las víctimas del terrorismo de ETA que tiene un peso desproporcional en el PP.

Mientras, la sociedad vasca avanza, organizando encuentros entre víctimas y victimarios, entre otras iniciativas. En un giro notable, la presidenta del PP en el País Vasco, Arantza Quiroga, hace unos días presentó un plan en el parlamento de Vitoria para crear una plataforma de paz y reconciliación que abarcaría a todos los partidos, incluyendo a Bildu. Quiroga renunció a la exigencia habitual de que la izquierda separatista haga una condena explícita de las barbaridades de ETA. Un paso valiente, pero se topó con la oposición feroz de sus compañeros de partido en Madrid. La cúpula nacional del PP le obligó a retirar el plan.

Ayer, Quiroga presentó su dimisión, insistiendo en que volvería a presentar esta iniciativa una y otra vez. Es una oportunidad perdida para avanzar en la reconciliación y la paz. Y es inaceptable que un partido con responsabilidad de gobierno anteponga sus intereses particulares, que le dan muchos réditos electorales en el resto del país, a aportar su grano de arena para cerrar las heridas del pasado.

@thiloschafer