El aumento del déficit fiscal y de cuenta corriente de Colombia, agravado en los últimos meses por la drástica disminución de la renta petrolera, y la demanda de recursos que implica la implementación del posconflicto, hacen indispensable incrementar los ingresos de la nación por otras fuentes.

Siendo los impuestos la principal fuente disponible para el Estado para financiar sus erogaciones, actuar sobre ellos para aumentar el recaudo es una medida lógica en una situación como la que experimenta actualmente el país. Por lo tanto, una reforma tributaria en las condiciones actuales es justificable, pero no cualquier reforma.

El país está esperando desde hace mucho tiempo una reforma estructural que conduzca a un sistema tributario sustentado en impuestos más redistributivos. Sin embargo, entre las propuestas que se escuchan en estos días y con las que al parecer el Gobierno se siente identificado, hay varias que irían en la dirección contraria, como son las ideas de eliminar el impuesto al patrimonio y aumentar el IVA.

Estas dos medidas irían en contra de los principios de equidad y progresividad que se espera de un sistema tributario y que están contemplados en la Constitución Política, los cuales se basan en la sencilla idea de que los individuos deben contribuir con el Estado de acuerdo con su capacidad de pago.

El impuesto al patrimonio (que en Colombia nació como una fuente de financiación para la guerra) es, como lo manifiesta el reconocido economista francés Thomas Piketty, un impuesto progresivo que puede ayudar a reducir de manera importante las brechas de oportunidades en una sociedad, especialmente si sus recursos son invertidos en educación. Y en cuanto al IVA, ocurre lo contrario, es regresivo porque, al imponerse sobre bienes que pueden ser comprados por cualquier individuo, termina gravando a los ciudadanos de la misma forma, generando también desigualdad.

Por lo tanto, eliminando el impuesto al patrimonio y compensando la disminución de ingresos con un aumento del IVA se estaría contribuyendo a aumentar la desigualdad en un país que de por sí ya es uno de los más desiguales del mundo.

Solo se justificaría una modificación del IVA si se hace para gravar con tasas diferenciales a los distintos productos y si se sustentan los cambios en un estudio serio, basado en estadísticas reales sobre los hábitos de consumo de grupos poblacionales de distintos ingresos, de tal forma que se haga menos dura la carga sobre los individuos de menores ingresos.

Adicionalmente, hay que tener presente que cualquier cambio en la base gravable y en las tasas de impuestos será poco representativo en términos de recaudo si no es complementado con otras medidas que requiere con urgencia el sistema tributario nacional, como son la reducción en las exenciones tributarias, y un mayor control y castigos más severo al contrabando y la evasión.

*Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de EL HERALDO.