Estamos ante una época donde pensar a largo plazo es una acción desconocida para muchos. Queremos resultados inmediatos, esfuerzos cortos y grandes resultados sin aportar nuestra cuota de sacrificio y esfuerzo a largo plazo. Pasamos por la vida sin tener muy claras nuestras metas ni nuestros propósitos, y dejamos que la vida nos lleve por aquello que parece nuestro camino, pero poco o nada tiene que ver con aquello que hemos soñado para nosotros.

Nos hemos acostumbrado a vivir momento a momento, día a día, en lo inmediato, que no es lo mismo que el presente. Desde hace varios años Colombia se ha convertido en un país que premia lo inmediato, aquello que nos produce placer mas no necesariamente bienestar. Y me refiero a no necesariamente bienestar, por cuanto aquello que a la larga nos hace bien muchas veces requiere de una lucha y sacrificio; así mismo aquello que nos produce placer podría bien estar cargado de vicio y malestar a largo alcance.

Hoy vemos cada día más y más jóvenes deseosos de hacerse ricos y vivir una vida de autoindulgencias sin necesidad de trabajar por lograr aquello que desean. Así los encontramos viviendo del trabajo de otros o buscando la manera de aprovecharse de circunstancias, personas o simplemente en busca de manipulaciones oportunistas. Cada día es más extraño encontrar individuos con un plan de acción claro, realista y perdurable en el tiempo.

Lógicamente no hablo de una mayoría, pero sí me refiero a una colección particular de seres humanos que en la carrera por la ambición desenfrenada y la autorrealización a cualquier precio están dispuestos a vender su alma al mejor postor, o simplemente dejarse llevar por la recompensa facilista del yo me lo merezco y voy primero porque Ma** el último.

Ahí comenzamos a encontrar un país que ya no tiene muy claros los principios éticos y morales, una nación perdida en el mar de la corrupción, en el disfrute y la búsqueda de satisfacción inmediata que ha dejado de lado la construcción de una nación viable donde el sacrificio y la dedicación otorguen, en el tiempo, la bendición de una sociedad sana, comprometida y valiosa.

Creo que estamos ante un momento donde revisar los valores que hemos cultivados se hace urgente. Colombia se acerca a un momento que ha creado una profunda polarización, pero en esta coyuntura se hace indispensable recordar que este es el país de todos los colombianos y en la medida en que construyamos un proyecto consecuente con nuestra realidad, que indudablemente estará cargado de trabajo, el resultado será valioso.

Es probable que implique cierta cuota de sacrificio y es muy posible que requiera tiempo y dedicación. Habrá aquellos que tengan que sobreponerse a sus propios intereses y habrá otros que tendrán que superar ideas rígidas, pero intuyo que es indispensable comenzar a pensar como colectividad dispuesta a la construcción de un mejor futuro para nosotros y nuestra descendencia. Tarea difícil cuando prima la autocomplacencia, pero tarea urgente si queremos tener éxito como sociedad a largo plazo.

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