La firma de la totalidad de los acuerdos de paz está cerca, y en la medida que este proceso reciba el respaldo de la sociedad colombiana, el postconflicto -o, como bien ha sido definido por algunos, la etapa de postacuerdos- será una realidad. El objetivo sin lugar a dudas estará cumplido solo si el Gobierno Nacional logra que las Farc desliguen para siempre su búsqueda del poder de las armas. En este sentido, ‘Timochenko’ ya lo ha advertido, están negociando teniendo como fin principal salir a hacer política.

Así que debemos estar preparados para ver a exintegrantes de esta guerrilla luchando en la arena democrática. Entonces, este escenario se convierte en una oportunidad para que sectores poblacionales a los que hasta ahora se les ha dificultado el acceso a espacios de toma de decisión, consigan llegar. Específicamente me refiero a nosotras: las mujeres.

El proceso de negociación en La Habana dejó mucho que desear en la inclusión de voces femeninas, al menos en la mesa principal. Esto, como reflejo de la dinámica política de la sociedad colombiana. Por ello, resulta crucial el surgimiento de lideresas protagonistas en la construcción de un nuevo país. Y es que debemos reconocer que la legislación actual ha carecido de alcances jurídicos que obliguen realmente a los partidos políticos a una apertura de género, es por eso que la firma de la paz es una coyuntura ideal para que se le permita a más mujeres aumentar su presencia en los principales espacios de poder del aparato estatal.

Como bien lo señala la investigadora Donny Meertens, “el conflicto armado ha exacerbado el machismo en la sociedad colombiana” y esto, desafortunadamente se ha visto replicado en las lógicas políticas nacionales. Las élites en definitiva están conformadas en su vasta mayoría por hombres, lo cual es a todas luces reprochable. Así que es nuestra obligación en este particular momento, al menos preguntarnos, ¿qué podemos hacer para que esto cambie en el marco de la construcción de una realidad más equitativa?.

La reivindicación de un protagonismo femenino en el plano nacional y en esa vía, la ampliación de los horizontes de participación de la mujer dentro del sistema político colombiano es un desafío democrático que trasciende los acuerdos que se han logrado en Cuba; Por lo tanto, si Colombia le apuesta a la paz, los actores que hoy ostentan el poder y quienes participan del proceso de negociación necesitan abrir vías de inclusión que ayuden a propiciar la entrada de más y mejores lideresas en la vida pública. La Paz es mujer.

@KathyDiarttP