Curucuteando en la Internet, encontré una página con fotos y grabaciones de la Emisora Atlántico Jazz Band interpretando temas que hacía muchos años no escuchaba, lo cual me produjo una gran nostalgia de niñez y juventud. Es que la Jazz Band fue ‘la orquesta’ de Barranquilla por excelencia, ‘nuestra’ orquesta: un ícono de la ciudad. Al son de sus acordes dimos nuestros primeros pasos de baile; con sus románticos boleros nos enamoramos y disfrutamos nuestro noviazgo, y gozamos intensamente muchos carnavales. Por eso la llevamos en el alma. Me emocionó volver a oír a Jaime García interpretando Sultana del Caribe, de Nacho Dugand; Corazón, de Rafa Roncallo, y otros boleros tan nuestros. A Castillita cantando porros y guarachas, como El bobo de la yuca, El tíbiri tábara, Borrachera, Joselito Carnaval o Micaela. Y a Luis Carlos Meyer en El gallo tuerto. Ver a Guido Perla siempre elegante, de saco y corbata, y zapatos Faitala, corte águila de dos tonos. A los trompetistas de la orquesta: Pacho Galán y Antonio Peñalosa, antes de volverse famosos. Cuando niño, me conformaba con escucharla por radio desde el Hotel del Prado y era mi gran ilusión ser mayor para poder bailar con ella. Más tarde empecé yendo los domingos a las empanadas bailables y luego, los miércoles y sábados a los bailes en la Terraza Tropical, al pie de la piscina. Recordé mis primeras incursiones en el baile, cuando temeroso me acercaba a una chica a pedirle “una tanda”, con miedo de que me dijera “Lo siento, ya la tengo”. Y si me aceptaba, temía hacer el oso, siendo aún un principiante en el baile. Pero había que vencer el miedo, pues de otro modo me tocaban las que habitualmente ‘comían pavo’. Fue un aprendizaje lento, pero ahí fui cogiendo cancha.

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