Aunque a primera vista las palabras del papa Francisco no parecen haber mencionado el tema de la salud, casi todas tienen una relación directa. Estuve como católico, y como muchos de cualquier otra religión, oyendo con cuidado a quien sin duda es el personaje del siglo XXI. Su expresión natural, sus palabras sentidas y en general sus actuaciones están llenas de un carisma muy especial. Somos pecadores porque no ayudamos más al necesitado. Todo lo hacemos para ganar honores y retribuciones. Los que más tienen no son los que más dan. Los que están más desnutridos son los que menos reciben alimentos y menos comen. Los que estamos sanos no ayudamos suficientemente a los que están enfermos.
El diablo entra por el bolsillo
Los profesionales de la salud ya no definimos que hacer con los pacientes, si no las leyes, los reglamentos, los protocolos, las disposiciones, las empresas promotoras de la salud, y en general, el Estado. Ese mismo Estado del que hacemos parte, y cuyo liderazgo es impulsado por el Gobierno, con quien trabajan los entes territoriales, el Congreso de la República, la Justicia, conformada por los magistrados, los jueces, la Fiscalía, la Procuraduría, todas las ías; y las fuerzas del orden, Ejercito, Armada, Policía y otras. A las que agregamos, la guerrilla, los paramilitares y demás ciudadanos con categorías de ricos, clase media y pobres de una sociedad que todas las mañanas se levanta para oír tantas noticias que por momentos no nos dan tiempo para reflexionar en las profundidades de la palabra de nuestro insigne personaje.
No podemos servir a dos señores
Cuando vamos al fondo, vemos que todas sus reflexiones terminan tarde o temprano en el ideal de mejorar la salud de aquellas personas que tarde o temprano algún día se enferman. Convertida la Medicina en una actividad comercial, liderada por sus propietarios, y no por quienes la ejercemos, se pierde la principal razón de su existencia, ayudar al prójimo por encima de cualquier condición.
El diablo entra por el bolsillo
Por eso ese gremio frustrado ya no podrá salir del grupo de pecadores con su ejercicio.
Algunas de las reflexiones que también nos deja el Papa están en la mesa, ya que ninguna de las aspiraciones políticas en Colombia cumplen con los preceptos que él nos recuerda, muchos de ellos aceptados por los gnósticos, ateos o de otras religiones. El populismo y el desconocimiento de una verdadera lucha contra la inequidad no nos deja bien parados, colocando las palabras del Papa al libre golpe de los vientos, a la espera de que salga la fuerza que pueda acercarnos al cumplimiento de un cambio necesario, con el fundamento en el pleno arrepentimiento, el cumplimiento de la justicia y el perdón de quienes de alguna forma deben pagar por sus actuaciones.
No le digas nada a un ateo, muéstrale lo que tú haces
Mientras tanto un numero alto de niños seguirán muriendo de cáncer y desnutrición, mientras gastamos dineros en obras que se siguen robando diariamente.