Mientras en Barranquilla suenan los tambores del Carnaval y flota en el ambiente una cierta alegría atemorizada y azotada por los refrescantes vientos alisios, enfrente, solo cruzando el viejo puente sobre el río Magdalena, está Palermo. Se trata de un corregimiento de Sitionuevo, que flota entre el desarrollo y la pobreza, entre el progreso empresarial y los dramas diarios, como el ocurrido hace dos días cuando un agente de Policía le quitó la vida con varios disparos a un joven agresor de la autoridad que no pagó una gaseosa en una tienda del lugar. Un dramático video lo muestra.
Lejos de Palermo, la ciudad italiana y capital de Sicilia, rodeada de una histórica catedral del siglo XII que ha sido objeto de novelas y películas, el Palermo de enfrente no se caracteriza por los espectáculos de ópera. Al contrario, ha sido una población olvidada por el Estado, por el departamento del Magdalena y por la dudosa dirigencia sitionuevera que recauda jugosos impuestos de empresas asentadas en el corregimiento y también por el uso del suelo de esta población.
No tiene Palermo, la de enfrente, el Palazzo dei Normanni, matizado con mosaicos bizantinos de Palermo, la ciudad italiana ubicada en la pintoresca Sicilia. No. La Palermo de enfrente sufre los embates del abandono estatal y apenas ve por un resquicio cómo se le va lo que produce su estratégica ubicación geográfica. Son varios los beneficios que ofrece. Está a orillas del Río; con un gran puerto y media docena de importantes empresas; una carretera de constante movimiento que comunica a Barranquilla con Ciénaga y un futuro Puente Pumarejo de gran envergadura.
Palermo, la de enfrente, se conforma con ver los edificios barranquilleros mientras su población vive en precarias condiciones. Aunque el desarrollo portuario le ha ayudado a combatir el desempleo y ha traído consigo proyectos sociales oportunos y necesarios, el Estado departamental y municipal se ha olvidado de la gente, castigándola quizá porque coquetea con la capital del Atlántico, su alternativa obligada para sobrevivir.
Entre la pobreza y la incertidumbre, el Palermo de enfrente ha sufrido los embates de la violencia y ahora de la descomposición social. La ópera del Palermo de Sicilia contrasta con la champeta casi lumpesca que pone a sus niños a bailar a orilla de la carretera en busca de un aire de diversión.
Pensar que este Palermo de enfrente nació como un punto de embarque del viejo y recordado ferri que llevaba y traía gente y vehículos del Magdalena al Atlántico, antes de que se construyera y entregara el puente el 7 de abril de 1974.
No basta con carecer de agua potable aun estando a orillas del caudaloso Río. El fenómeno de Palermo, el de enfrente, es más duro. Tanto que la ha llevado, como ahora, a llorar a sus hijos muertos por una gaseosa.
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