En estos 12 años de tres administraciones que culminan el 31 de diciembre del 2019, se habrán cumplido en Barranquilla una enorme cantidad de tareas que comprendieron el campo eminentemente social, incluyendo la salud y la educación, el deportivo, el urbano, el de promoción de la ciudad ante Colombia y el mundo, y ante nosotros los barranquilleros, orgullosos hoy de nuestra ciudad que muestra unos signos de progreso impresionantes. Sabemos que procurará Alex Char dejar finalizadas las obras de los arroyos, del malecón y la avenida del Río, de las carreras 38 y 43, y de la Cordialidad hasta la Circunvalación; ojalá la calle 30 a lo largo del tramo que le corresponde a Barranquilla, la Fábrica de la Cultura, los nodos del SENA, quizás unos 40 parques más, pavimentadas un altísimo porcentaje de calles y carreras del suroccidente. La Loma urbanizada parcialmente, y otras obras que se me escapan. Asimismo para esa fecha, aunque no sea competencia directa de la Alcaldía, deberán estar listos el aeropuerto Ernesto Cortissoz, la Circunvalación de la Prosperidad (que debería llamarse Metropolitana), y el nuevo puente Pumarejo. Un cambio impresionante.
Pero quedarán otras obras de gran importancia que se deberían iniciar y terminar dentro del período 1º de enero del 2020 al 31 de diciembre del 2024, sean estas del resorte distrital, departamental, nacional o privado, y estén o no dentro de nuestro perímetro urbano. Para lograrlo será indispensable el concurso del próximo alcalde y gobernador, así como el de nuestros congresistas y empresarios privados. Analicemos algunas.
El puerto de aguas profundas, la navegabilidad a lo largo del Magdalena y la doble calzada Barranquilla-Ciénaga, serían quizás los tres proyectos más importantes que requiere nuestra ciudad, aunque estén ubicados fuera de su perímetro urbano. Otro fuera de la ciudad, súper clave para nuestra competitividad sería la ejecución total de las obras en la vía Puerta de Hierro, que es la desviación hacia Magangué llamada El Bongo, Carreto, Palmar de Varela, para empalmar con la actual doble calzada de Sabanalarga, Palmar, Santo Tomás, Sabanagrande y Malambo, acortando los viajes hacia Sucre, Córdoba, Antioquia y el Eje Cafetero.
En lo deportivo, construir un velódromo, único escenario deportivo que nos falta. En lo urbano, rediseñar y remodelar en la mayor área posible de la ciudad, la llamada franja de uso público, consistente en jardines, andenes y antejardines, devolviéndosela al peatón hoy desplazado, embelleciéndola y generando gran cantidad de parqueaderos para reemplazar las actuales rampas. Remodelar y embellecer asimismo todos los separadores centrales de nuestros escasos bulevares, y dotar las nuevas glorietas y otros espacios con decenas de esculturas urbanas bellamente iluminadas. Reparar las calles, dotar la ciudad con una completa señalización de tráfico indicativa de destino, como cualquier ciudad desarrollada, y en especial la Circunvalación que hoy adolece de esta.
Y en el campo social apostarle a una enorme e impactante campaña para culturizar a los habitantes en general, para cambiar sus hábitos y lograr que cuiden nuestra ciudad y su mobiliario urbano, que no arrojen basuras a la calle o arroyos. Así debería ser nuestra Barranquilla el 31 de diciembre del 2024.