Mañana se clausuran los Juegos Centroamericanos y del Caribe. ¡Qué mala vaina! Y el próximo martes Santos entrega el poder. ¡Qué buena vaina!

Por lo bien que resultaron, su final nos deja cierto guayabo. Todos los créditos del gran éxito de los juegos han sido reconocidos, desde el alcalde Char, principal gestor; Daniel Noguera, Gonzalo Baute, Ana María Aljure, en fin, todo el equipo de la Alcaldía; contratistas externos y artistas, amén de Shakira y la belleza y donaire de Paulina Vega. Así que el recuento de triunfos de autores y actores es abundar.

Hay que destacar que nos volvimos ciudad, público para todos los gustos. En cualquiera de los eventos deportivos en los espectaculares escenarios hubo gran demanda, largas filas de aficionados haciendo masiva presencia y animando a sus equipos, dando ejemplo de buen comportamiento; alegría por doquier, llenos los restaurantes de todos los sabores y colores, y los bares, parques y lugares públicos tuvieron gran asistencia de personas de todas las edades, ancianos, jóvenes, niños, familias completas disfrutando la ciudad. Capítulo aparte merece el Malecón, la más connotada obra que –¡al fin!– nos abre la mente y el alma hacia el río, y nos regala la bacana sensación de pertenecer a una gran ciudad capital de nivel mundial.

Estamos de moda. Todos los ojos miran hacia Barranquilla. Somos la capital del Caribe colombiano y también la capital deportiva del país, qué evento deportivo de alguna connotación tendrá que celebrarse aquí, ya anuncian para octubre el mundial de béisbol sub-23, participando 11 países. El reto ahora es que sea permanente la disposición de conservar todos los espacios, y que colegios y universidades se vinculen montando torneos en todas las disciplinas. ¡Qué buena vaina!

Mientras lo local es pura alegría, el escenario nacional se nubla. Si bien es buena vaina la finalización del nefasto gobierno de Santos, su despedida nos deja muchas sombras. Aunque por fin terminará tanta desvergüenza y tanta mentira en las pantallas, Santos pareciera no querer irse sin infligir un nuevo daño al país, exacerbando la polarización. Porque Corte Suprema de Justicia y Santos son como cucarachos del mismo calabazo que comparten el odio a Uribe. Cuestionados, van parejos en impopularidad y desprestigio y actúan en llave, está visto desde el rechazo de la terna para elegir fiscal, pasando por la descarada negativa a considerar como prueba lo del computador de Raúl Reyes, hasta esto de voltearle la arepa al antipático Iván Cepeda y llamar a indagatoria a Uribe basados en lo que luce como montaje de las tales pruebas testimoniales y hasta ilegales grabaciones del montón de testigos falsos que afirman, se retractan, vuelven y afirman, y se vuelven a retractar sin recato, claro, cuál vergüenza si son reconocidos y condenados delincuentes cuya voz aceptan como si fueran arcángeles.

Los actos de la Corte dejan muchas dudas. Y aunque todo está aplazado por recusación a los tres magistrados involucrados, el país está revuelto y no cesan los odios. ¡Qué mala vaina!

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