Son cifras que se mencionan en Europa o en América acerca de la cantidad de menores maltratados físicamente o abusados sexualmente por curas, pastores y profesores alrededor del mundo. Hay cifras recientes que escandalizan por los niveles masivos de atropellos contra la dignidad humana por parte de las personas que, se supone, deben guiar a niños, niñas y adolescentes a que sean unos adultos sanos. También escandalizan por la dignidad de poder de los abusadores. Un ejemplo es ya conocido por la magnitud del asunto y porque no se puede ocultar más el silencio de la Iglesia Católica acerca de los innumerables abusos que se han cometido desde toda la historia de la humanidad por parte de sus “ministros eclesiásticos” contra menores.
Se habla de más de 500 niños que tuvieron la desgracia de pasar por el coro de la catedral de Ratisbona, Alemania, pues fueron victimizados de muchas maneras, incluyendo la sexual, por parte de la medio pendejadita de Georg Ratzinger, director del coro y del maltrato infantil, hermano de la otra medio pendejadita, el Papa Benedicto XVI. Este supuesto director del coro se ha lavado las manos de la manera más cínica, admitiendo que solo al principio les daba “bofetadas” a los niños. ¡…! Con lo cual se excusaba de lo sexual. Tan lindo él.
Si por Europa llueve, en América no escampa. Entre 2008 y 2017 más de 500 menores, en su mayoría mujeres, fueron maltratados y sometidos a acoso, violencia o abuso sexual en las escuelas públicas de Chicago, Estados Unidos. Esto ya es considerado un mal sistémico en el sistema escolar de ese país e implica profesores, entrenadores, vigilantes y aseadores de los colegios públicos. Nada más es en el sistema escolar de un estado. Sabido es desde hace mucho tiempo que ir a un colegio en ese país, público o privado, es algo bien difícil porque el matoneo es una constante. Más de uno que ha tomado un arma y disparado contra sus compañeros de clases tiene una historia de bullying.
El principal factor que permite que esto ocurra es el silencio cómplice de las autoridades que deben velar porque esto no suceda. El problema es que desde la autoridad para abajo se trata de depredadores que tienen a su disposición unos chicos y chicas inocentes que ven en ellos unas figuras para imitar o para seguir, pero se encuentran con unos demonios sacerdotales o pastorales y unos monstruos profesorales que vierten sobre esos cuerpos inmaculados toda la basura que sus cerebros puedan concebir para satisfacer sus instintos más enfermizos.
¿Qué castigo puede haber en la Tierra para este Ratzinger que se ríe del fuego eterno porque él no cree en eso porque es el mismo demonio? Debería estar recluido de por vida en una mazmorra para ver si comprende el daño que ha hecho para siempre en un inocente. La misma pena para los de este lado del mundo. Lo cual nos incluye a los colombianos.
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