La maternidad ha sido tratada de distintas formas tanto en el cine como en las artes en general, resultando difícil no caer en el melodrama por lo delicado y sensible del tema. Pero en True Mothers, de la directora japonesa Naomi Kawase (Sweet Bean, Radiance), con la elegancia y estilo que la caracterizan, toma su ritmo propio, lento pero absorbente, capturando la atención del espectador a todo momento.
Adaptada del libro de Mizuki Tsujimura, la historia se centra en la vida de una pareja joven, Satoko (Hiromi Nagasaku) y Kiyokazu (Arata Iura), quienes tienen un niño adoptado, Asato (Reo Sato), próximo a ingresar en la escuela primaria.
Cuando Asato tiene un problema en el jardín con un compañero, las dudas respecto a su educación y crianza empiezan a surgir, y son inevitables los cuestionamientos que se derivan de la adopción. Esto da lugar a que, a través de flash backs, nos enteremos del pasado de la pareja.
De forma paralela, se muestra también la vida de la madre biológica, Katakura (Aju Makita), una adolescente que estando todavía en el colegio, queda embarazada de su novio. Mientras éste se desentiende del hecho, los padres buscan cómo deshacerse del bebé, que consideran destruirá el futuro de su hija, y será motivo de vergüenza para la familia.
Si bien la presentación se da en un contexto muy íntimo, los determinantes sociales se hacen evidentes. En ambos casos las normas establecidas pesan mas que el deseo de la mujer y la posibilidad de decidir sobre su propio cuerpo, y nos preguntamos cómo en pleno siglo 21 el arraigo cultural y los prejuicios puedan ser aún tan fuertes.
La familia de Katakura no la considera como persona en ningún momento, y es forzada a entregar a su hijo en condiciones secretas. En la pareja de casados no se contemplan otras opciones de concepción, y la propuesta es el divorcio o la adopción, dado que la infertilidad viene del hombre.
Las vivencias que experimentan ambas madres son muy diferentes, y se muestran de una manera realista y humana, que nos permite compartir con ellas la alegría y el dolor propios de la maternidad. Las tomas fotográficas de la naturaleza, características de Kawase, sirven de metáfora para ese concepto, mostrándonos la fuerza inherente de ese destino biológico que, como mujeres, nos liga a la descendencia, sea o no de carácter consanguíneo.
Mientras las dos historias se entrelazan de manera conmovedora, una tercera se hace presente a través de la persona que maneja el centro de adopción donde adolescentes como Katakura se esconden, preparándose a entregar sus hijos a ansiosos padres adoptivos.
Sin tomar partido, Kawase muestra una situación muy universal, con un excelente desarrollo de caracteres, buenas actuaciones y un sorpresivo desenlace.
Además de haber sido seleccionada en el festival de Cannes que siempre ha reconocido a esta directora, la cinta representa a Japón en los Premios Oscar de este año, y está disponible en Amazon.