Los vendavales en el Atlántico que afectaron 31 barrios, más de 2000 casas y que dejaron sin luz a varios municipios nos debe llevar no solo a analizar cómo enfrentar estos problemas sino a determinar cuáles son los roles que tienen el Instituto de Hidrología, Meteorología y estudios ambientales (Ideam) y la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo (UNGRD) en el país. Esta tragedia que se vivió en el caribe debe unirse a los incendios masivos en el territorio nacional donde estamos como colombianos a la buena de Dios ya que el presidente Petro y sus funcionarios son buenos para echar discursos en tarima, repartir refrigerios, pero de gerencia y gestión en el país no tienen idea alguna.

En cuanto al Ideam, debe analizarse qué pasa con la prevención. Como lo explicó con claridad el editorial del Heraldo el 18 de septiembre en la cuenta de la red social X de ese instituto, no hubo reporte alguno que anticipara el paso de esa onda tropical. Esta circunstancia ha venido ocurriendo en otros lugares del país. La inacción lleva a que la gente no entienda lo que puede pasar, no se pueda preparar y no se puedan evitar las tragedias. Ejemplos de buena gestión se pueden copiar trayendo el ejemplo de la Florida en los Estados Unidos donde los sistemas preventivos y de alertas de fenómenos como huracanes, tormentas o vendavales son tremendamente eficaces. Allá son pocos los discursos y mucha gestión.

Luego de ese abandono preventivo, vimos los días posteriores de la tragedia a las administraciones locales y departamentales en cabeza del alcalde Char y el gobernador Verano asumiendo un rol de recuperación de lo perdido. En el caso de Barranquilla, se hicieron recorridos en barrios como Manga, se realizaron censos en las cinco localidades de la ciudad, se gestionaron entregas humanitarias a las comunidades afectadas y se decretó la calamidad pública.

En el caso del departamento, la gobernación también ha estado al frente en las afectaciones en los municipios de Puerto Colombia, Tubará, Malambo, Baranoa y Galapa. Toda esta situación produjo cortes en el servicio eléctrico que agravan aún más la tensión que se vive por la crisis energética en esa zona del país y que he venido explicando en las últimas semanas en esta columna.

Este panorama departamental, debe ampliarse al país con los 18 incendios forestales que afectan varios departamentos. En este caso concreto debe destacarse que la UNGRD- la misma que ha saqueado los recursos de los pobres con corrupción generada en este gobierno-, no tiene ni planes de acción, ni se ha preparado gerencialmente para resolver las consecuencias de esos eventos. Por lo pronto, el fenómeno de la niña aparecerá a finales de este año y esa UNGRD no tiene plan alguno para enfrentar este desafío.

Al final queda la sensación de que, a pesar del olvido del gobierno central, no se dónde estaríamos si las autoridades locales no estuvieran al lado de sus ciudadanos. Acá es donde uno agradece que el petrismo haya desaparecido en las elecciones regionales tras la debacle en octubre del 2023 y que gracias a su desprecio por el país, desaparezcan seguramente del espectro político en el 2026. Como se ve los vendavales y los incendios no son solo naturales sino institucionales.

*Ex Fiscal General de la Nación 2020-2024