Cifras oficiales recientes dicen que el Festival Cordillera de Bogotá, con variedad de música, atrajo a 75 mil personas. La Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín fue visitada por 500 mil lectores y el Festival de Jazz de Mompox logró, en su décima edición, que más de 30 mil personas lo disfrutaran. No mencionan a la ciudad que tuvo recientemente la Feria del Sabor Barranquilla y el Barranquijazz, único en su género y el más importante de Colombia.
El titular de la nota se refiere a “las cifras de la cultura”. La cultura no se reduce a cifras, que son válidas, pero no es lo único. Barranquilla tiene expresiones culturales como son, estirando el concepto de cultura, los partidos de la selección para el mundial de fútbol. Podrían considerarse cultura deportiva. Cepeda Samudio lo evidenció cuando escribió un reportaje a Garrincha, el astro brasilero. El Carnaval es un patrimonio cultural intangible, con la particularidad de que las cumbiambas de los barrios de la ciudad, y de las poblaciones del río Magdalena, realzan la creatividad de los pobladores que sueñan todo el año con el escenario que les ofrece nuestra ciudad festiva.
Otra pregunta es si estamos en un declive de la cultura en el sentido tradicional. Barranquilla tuvo un gran momento cultural en los años pasados, cuando era más pequeña, valga anotarlo. En la música clásica el maestro Pedro Biava, director de la Orquesta Filarmónica, de la Ópera y el Cuarteto de Cuerdas del conservatorio de la ciudad, de 1943 a 1970, es referente obligado. Echamos de menos al profesor Assa. A finales del siglo pasado organizaba sin descanso el Concierto del Mes cuyas presentaciones sufrieron la mala suerte del Teatro Amira, cerrado desde 2016. Un golpe a la cultura citadina, pese a la promesa de su reapertura en 2027. En el arte pictórico no faltan creadores sino el espacio adecuado para mostrar los cuadros de los más famosos de la Costa Caribe. No obstante, el Museo de Arte Moderno, cuya construcción se terminará pronto según palabras del alcalde, llenará otro vacío que se ha prolongado por mucho tiempo. Otro vacío es el ocaso de la Feria del Libro, que duró muy poco. ¿No podrá el Distrito en asocio con el sector privado revivirla? Sigo creyendo que la ciudad tiene expresiones culturales que no se pueden medir con la vara del pasado. En la década de 1960 nacieron varias universidades que hoy desarrollan actividades culturales que trascienden sus claustros. Las universidades son también un hecho cultural. El pasado de la cultura de la ciudad es memorable. Pero el futuro que se avecina puede ser mejor.