Todos, en algún momento, hemos caído en el hábito de quejarnos sobre nuestra pareja: que si deja la toalla mojada en la cama, que si siempre se olvida de las fechas importantes... y la lista puede seguir. Pero ¿te has detenido a pensar cuánto daño pueden hacer esas pequeñas quejas a tu relación? Es hora de cambiar el chip y pasar de las quejas al agradecimiento.

¿Por qué nos quejamos tanto?

Las quejas, aunque parezcan inocentes, suelen venir de una expectativa no cumplida. Esperamos que nuestra pareja sea perfecta (ojo: nadie lo es) o que adivine lo que necesitamos sin decirlo. Al no obtener lo que queremos, recurrimos a la queja. Pero ojo, que ese hábito no solo desgasta a quien escucha, sino también a quien lo emite.

Además, cuando nos enfocamos en lo que está mal, dejamos de ver lo que está bien. ¿Recuerdas cuando tu pareja te hizo reír con esa broma tonta? ¿O cuando se quedó despierto contigo para ver tu serie favorita, aunque no le interesara? Esos gestos se pierden en el ruido de nuestras quejas.

El poder del agradecimiento

Aquí va un dato simple, pero poderoso: el agradecimiento puede transformar tu relación. Decir “gracias” no solo hace que tu pareja se sienta valorada, sino que también cambia tu propia percepción. Al enfocarte en lo positivo, te das cuenta de que hay más razones para estar feliz que molesto.

Un estudio reciente científico encontró que las parejas que expresan gratitud regularmente se sienten más satisfechas y comprometidas en su relación. ¿Por qué? Porque el agradecimiento genera un ciclo positivo: cuanto más valorado se siente alguien, más quiere contribuir a la relación.

¿Cómo pasamos de quejarnos a agradecer?

Haz una lista mental de cosas buenas: antes de dormir, piensa en tres cosas por las que agradeces a tu pareja ese día. Pueden ser pequeñas: que preparó café, que te envió un mensaje lindo o que simplemente estaba ahí. Este ejercicio entrena tu mente para buscar lo positivo.

Exprésalo en voz alta: decir “gracias” es poderoso, pero explicar por qué lo es aún más. Por ejemplo: “Gracias por lavar los platos. Me ayudaste a relajarme después de un día pesado”. Detallar el motivo hace que el agradecimiento sea más significativo.

Cambia el enfoque de tus conversaciones: si estás por quejarte, detente un momento y reformula lo que vas a decir. En lugar de “nunca ayudas con las tareas de la casa”, prueba con “me haría muy feliz si me ayudaras con esto”. La forma en que hablamos puede marcar una gran diferencia.

Celebra los pequeños logros: ¿tu pareja hizo algo bien? ¡Díselo! No tienes que esperar un aniversario para valorar lo que tu pareja hace. Un cumplido espontáneo puede alegrar el día de ambos.