Hay seres humanos que siempre nos van a decepcionar, porque sus valores e intereses son absolutamente diferentes y contrarios a los nuestros. No se trata de que sean buenos o malos, sino de que tienen unas opciones que no están alineadas con las nuestras. En este sentido, lo importante es saber escoger bien en qué personas y proyectos ponemos las expectativas, al fin y al cabo, somos responsables de ellas. También podemos verlo al revés, siempre habrá personas que se van a sentir decepcionadas de nosotros, hagamos lo que hagamos. Esto implica tener claras cuáles son nuestras expectativas, evaluarlas y analizarlas objetivamente, para tener claro si son racionales y probables.

A veces el problema está en que lo que esperamos es irracional e imposible de realizar. Nuestras expectativas tienen que cumplir dos cualidades: realismo e ilusión. Deben estar afincadas en datos objetivos y hechos, pero a la vez provocar la realización del deseo, por lo cual deben estar empujadas por lo sublime.

Confiar no puede ser un acto irracional. Es una apuesta futura y soportada en la realidad objetiva, por eso antes de confiar y poner las expectativas en alguien o algo, debemos reconocer los valores, las opciones de vida y los intereses que están presentes en esas personas o en esos proyectos. Todo esto lo pienso en el espacio privado, cuando elegimos pareja, amigos y socios; pero también en lo público, cuando elegimos lideres en quienes confiar. Hay que tener claro: siempre habrá gente que nos va a decepcionar.

La espiritualidad como esa conciencia de que hay algo más grande que nosotros, es un espacio para asumir lo que somos y queremos; es esa dimensión trascendente que va más allá de las particularidades de un acto y en ella podemos descubrir al otro en sus valores y características esenciales. Por eso creo que quien quiera saber poner sus expectativas e ilusiones en personas y proyectos que probablemente lo realicen, debe desarrollar su dimensión espiritual.

Antes de elegir hay que saber discernir desde la espiritualidad. En el silencio del corazón, en la contemplación activa, en la empatía universal, en la meditación y la oración, en el servicio solidario y en los rituales existenciales, encontramos herramientas efectivas para ese discernimiento ecuánime en la elección de nuestros lideres, socios, amigos y pareja. Creo que sin esa dimensión podemos quedar atrapados en los corsés de las emociones y los intereses. No te quejes de las decepciones que has tenido, si has confiado en quien por razones lógicas no debiste hacerlo. Tienes que saber qué esperar del otro.

@Plinero