Nació el Niño, celebración mundial, un descanso para las angustias de San José, fue un verdadero camello después de semejante viaje a lomo de mula con la Virgen María a punto de tener su hijo, y ya una vez en el pueblo la dificultad para encontrar albergue, todo estaba copado pues era época de empadronamiento, visitantes por montones, así que a última hora no quedó más remedio que instalarse en un pesebre abandonado, para que sin más ayuda que la propia naturaleza naciera el Niño Jesús, qué iba a imaginarse San José que ése pesebre sería adorado por el mundo entero, y que se constituiría en un símbolo de humildad, virtud a la que la gente no le paró muchas bolas, no pegó, pues bollones engreídos abundan en este mundo. El caso es que el nacimiento se convirtió en la Navidad que estamos festejando, tradición que ojalá se conserve por siempre, y que no venga un orate como el de Nicaragua, Dios nos libre, a tratar de cambiar todo.
Suficiente que ahorita cambiaremos de año, o sea que casi llegó el 2025, para nada sirven los lamentos por lo que no fue, así que estamos ya inmersos en definir los propósitos del año nuevo. Esperemos que la temporada se haya entendido como lo que es, y no sólo como lo pretenden presentar los variados intereses, claro, es época para gastar y disfrutar, los sectores turístico, comercial y de transporte, entre otros beneficiados, seguro multiplicaron sus ingresos, buena cosa. Pero también es tiempo para pensar en el prójimo, en los desfavorecidos, y aportar un grano de arena para donar lo que esté al alcance.
Finalmente, a pesar de las desventuras y los cambios que nos acosan, tuvimos noticias diferentes y positivas, por ejemplo en el fútbol, Unión Magdalena quedó en 2024 campeón de la “B”, pasará a la “A” y será rival de Junior, o sea que volverá el clásico del Caribe, bacano, el Caribe está de moda, al punto que hasta los cachacos se han querido apropiar de lo nuestro, sólo falta que sostengan que Aracataca queda en plena montaña, ya se tomaron a García Márquez, ahora no lo bajan de “Gabo”, o sea llave de toda la vida, cuando ninguno de sus amigos lo llamó nunca así. Pero pueden quedarse con él, estamos de malas con los Nobel, el uno trampeó para obtenerlo, y el otro le dio su plata a los comunistas mexicanos, dejó por fuera a su natal Aracataca, y parece que hasta se le olvidó dónde quedaba, por lo que está mejor con los cineastas bogotanos. Así son los cambios. Total es que a nosotros, en el Caribe, se nos resbala tanto bombo.