Dentro de unos días cerramos un capítulo más de nuestras vidas, un año que, como todos, trajo alegrías, retos, aprendizajes y, quizás, también algunas heridas. Hoy podríamos detenernos, respirar y mirar con gratitud lo vivido. Porque, aunque no siempre logramos todo lo que soñamos, cada paso que damos nos acerca a quienes queremos ser.

Cerrar un año no significa solo hacer balances, sino también reconciliarnos con nuestra humanidad. No se trata de quedarnos en los números, sino de valorar los abrazos, las risas compartidas y hasta las lágrimas que nos hicieron más fuertes. No hay vida perfecta, pero sí hay vidas significativas, y esas las construimos con los pequeños actos diarios que llenan el alma.

Es el momento de pensar en todas las personas que nos han aportado algo para crecer y dedicarles un minuto de agradecimiento, una oración por sus necesidades. Aquellas que han pronunciado palabras que han sanado nuestras heridas. Aquellas que han puesto sus hombros para que lloremos en ellos. Aquellas que nos han dicho una verdad incómoda que nos hirió, pero nos hizo entender lo que no estábamos haciendo bien.

Y ahora que miramos al horizonte del nuevo año, quiero invitarte a no enfocarte tanto en las metas como en las intenciones. También vale la pena deshacernos de los recuerdos de aquellos que nos dañaron por envidia o inseguridad.

Soltar ese rencor que nos dobla y entender que seguir pensando en esas personas es una manera de seguir dejando que nos hieran. Bendecir a aquellos que, con sus palabras y acciones, han buscado la manera de hacernos la vida más difícil. Sus maldiciones nunca tendrán efecto en nosotros, que estamos protegidos por el amor de Dios.

El 2025 será tan significativo como tú decidas hacerlo. Camina sin miedo, vive con pasión y ama sin límites. La vida siempre nos sorprende, y aunque no podamos controlar todo lo que sucede, siempre podemos elegir cómo responder.

Este año que está acabando ha dejado mucho en nuestra vida, y lo agradecemos. Cuando nos abracemos con aquellos con quienes compartimos los rituales existenciales de fin de año, deseémosles que el amor y la prosperidad los empujen a ser felices.

Estoy seguro de que lo que viene siempre es mejor que lo que ha pasado. Por eso vale la pena vivir y continuar adelante.

El 31 estaré con un pastel de esos que me enseñó a preparar mi abuela Cleotilde, y lo compartiré con los que amo como signo de comunión y plenitud. Te deseo todo lo bueno y te aseguro que Dios está contigo, ayudándote a ser más feliz. Estoy seguro de que el año que llega será un año feliz para ti y los tuyos. ¡Ánimo!

@Plinero