Es el 2025. Ha cambiado un número en la nomenclatura con la que intentamos nombrar el tiempo. Sin embargo, la vida sigue siendo la misma, con sus colores y sabores. Por eso, en mi momento diario de hablar con Dios, una de las acciones más sublimes y esenciales de mi jornada, renové los compromisos que organizan mis días y les dan sentido.

Mi primer compromiso es conmigo mismo. Soy mi primera responsabilidad, una que no puedo descuidar, ya que hacerlo implicaría caer en el absurdo, el dolor constante, la enfermedad e incluso la muerte. Cuidar mi dimensión física es una tarea consciente que debo atender cada día. Gestionar mis emociones con responsabilidad me permite dejar que cumplan su función adaptativa. Esto implica tratarme con amabilidad y compasión, y generar experiencias que me recuerden que no soy absoluto, que hay algo superior a mí que me invita a ser humilde. No puedo vivir en automático; necesito entender el porqué y el para qué de mis acciones. Me comprometo a abrazar, reír, jugar, escuchar, bailar y rezar más, porque estas son acciones que sanan mi espíritu.

Mi segundo compromiso es con las personas que amo. A ellos les dedicaré más tiempo y atención, los escucharé más, los juzgaré menos y me aseguraré de que sientan mi apoyo incondicional. Mis relaciones interpersonales son cruciales para mi felicidad. Estoy convencido de que si estas relaciones son de calidad, tendré más posibilidades de vivir en armonía. Tratar a los demás con respeto, perdón y solidaridad es esencial para que estas conexiones sean fuente de crecimiento y desarrollo personal.

Mi tercer compromiso es con la comunidad en general. A menudo olvidamos este compromiso porque nos absorbemos en nuestras propias preocupaciones, pero somos parte de una sociedad y debemos actuar con responsabilidad. En mi caso, esto se traduce en tres acciones: desempeñar mi rol de manera auténtica, responsable y efectiva; respetar las normas que nos permiten convivir; y participar activamente, como ciudadano, en los procesos democráticos. Desde lo más pequeño hasta lo más amplio, porque quien no se compromete en lo pequeño siempre fracasa en los grandes compromisos.

Entiendo el valor de la incertidumbre, y por eso no me apresuro a anticipar lo que ocurrirá este año. Solo me comprometo a dar lo mejor de mí en todos los aspectos de la vida y a cumplir mis compromisos, especialmente estos tres que he compartido. Confío en que esto nos garantizará un año lleno de alegrías y satisfacciones, a pesar de lo incierto. Con todo mi corazón, deseo que este sea un tiempo de bienestar para ustedes y que puedan superar y aprovechar cada adversidad que enfrenten.

@Plinero