El protagonismo es una condición, perjudicial en una sociedad, donde algunos personajes en su afán desmedido y con una necesidad permanente de llamar la atención o destacarse sobre los demás, los llevan a niveles extremos de egolatría, casi patológicos. Estas alteraciones afectan el funcionamiento psicológico, sociológicas y deforma el “YO” personal.

Los afectados por el protagonismo, suelen estar involucrados en la vida pública, en la cultura o en diario acontecer social. En este contexto, se creen dioses y están revestidos por la prepotencia, preeminencia y egolatría.

Son puntos fundamentales que caracterizan a estos personajes; la mezcla de estupidez, con mediocridad y su incapacidad de razonamiento. Siempre hay algo peculiar en ellos. Son prepotentes, se creen los “papas upas” de la verdad; el todo y señor del poder que ostentan sin tenerlo.

Otro punto es la preeminencia que los individualiza haciéndole honor a su significado; piensan que son primeros o superiores a los otros, en mayor importancia. Necesitan terapia psicológica.

Además, los acompaña la afección patológica de la egolatría, se creen dioses con las mejores relaciones personales.

Ese afán protagónico los hace creer dioses. En todos los niveles, son ellos los primeros. Para que las cosas sucedan, hay que consultarlo primero a ellos, como el Oráculo de Apolo en Delfos, como dueños absolutos de las premisas.

Cabe recordar que, esto se debe a que los personajes de talla regional o nacional, no mueven un dedo sin antes hacerle previa consulta a estas personalidades subgéneros deformes en su personalidad.

La Guajira está llena de seres enfermizos, ridículos y extravagantes, que manejan el protagonismo de manera grotesca y omnímoda, creyéndose seres superiores, dioses del lejano Olimpo, pero que se estrellan de manera asidua en sus egos y cuando ello sucede, caen en profundos abismos de personalidades múltiples, lo que se traduce en profundas crisis de desánimo y de tristeza y en la mayoría de los casos, las familias y los amigos son los paganos en sus desastres y en sus procederes.

El protagonismo, en Colombia, se ha venido dando en diferentes escenarios: la política, que es el caldo de cultivo donde más abundan, son como la verdolaga, silvestres y los encontramos esparcidos en todas partes, haciendo magia de su egolatría.

Es por esta razón que, en el plano nacional, el protagonismo lo encontramos en la casa de Nariño, encabezada por el presidente Petro y altos funcionarios del Gobierno. En los gobernadores departamentales, alcaldes, corregimientos y veredas. Es la fotografía de Colombia, carcomida por el Protagonismo.