¿Te gusta discutir? ¿Disfrutas los debates? ¿Contradecir es el verbo favorito de tus tertulias? ¿Logras ponerte de acuerdo a pesar de las diferencias? El tema no es contender o pelear, la gracia de una buena conversación es la comprensión y la resolución de las controversias. Un diálogo provechoso es el que argumenta, propone, compromete y aporta nuevas ideas capaces de inspirar a los demás, invitándolos a dar lo mejor de sí, por el bien de todos.
A menos que estés en una rivalidad planteada por dogmas, doctrinas, parcialidades o fanatismos de todo orden, encontrar puntos en común es el inicio de un encuentro productivo, relevante y significativo. Lo demás suele ser diversión, entretenimiento, una forma de arrogancia o el pasatiempo preferido de los disociadores. ¿Entonces es malo no estar de acuerdo? En modo alguno hay maldad en las diferencias. Ellas nos enriquecen.
Comprender cómo piensan los demás, respetar sus convicciones, defender nuestros valores y fortalecer tus principios son las oportunidades que ofrece una buena conversación. Si además la polémica termina en aprendizaje transformador de información y conocimiento, aparece ese amplificador de la mente que se llama multiperspectiva. Ver desde distintos ángulos es más que espectacular: Amplía tu inteligencia.
La discusión es el método favorito de quienes dudan. Esa satisfacción superflua ocasionada por el debate sin propuestas alimenta narcisismos, divisiones, odios y resentimientos, al calor de la disputa sin llegar a conclusiones que mejoren la vida o resuelvan problemas. Dudar es necesario, discutir es esencial, pero concluir, acordar y resolver es indispensable. Principalmente cuando se cree que la mayoría de las preguntas no tienen respuestas.
La esperanza es mucho más que un estado de ánimo. Implica la conciencia de la posibilidad. El reto certero de lo realizable. Es la fuente natural de la motivación. La conexión espiritual de la fe con el amor y la verdad. La mejor aliada del tiempo, si lo que se quiere depende de un plazo o la decisión tomada por otras entidades o personas.
La esperanza indiscutible es la razón, la convicción y la promesa que no da lugar a dudas, diatribas, discusiones o disputas, por ser lo más cercano a lo cierto, el músculo potenciador de la voz de la razón, la palabra potenciada por la fuerza de la coherencia y la seguridad inviolable, por estar en el ámbito de la confianza demostrable y veraz: Es el anuncio cumplido con el paso del tiempo. La apuesta de la fe por la conciencia colectiva.
Logremos acuerdos y soluciones para que seamos la esperanza indiscutible.
@JulioCesarHT