La tensión recorre cada rincón de ese espacio en el que nos encontramos. Todos están enfocados en el lance de la noche. Hay sonrisas nerviosas, diálogos impregnados de emoción y miradas llenas de confianza. Estoy con el Unión Magdalena, a pocas horas de salir al gramado del estadio “Bello Horizonte - Rey Pelé” para jugar la final de este torneo. Estoy aquí, no solo por la pasión que desde mi infancia me impulsa a hinchar por este equipo, sino también por la invitación del profesor Jorge Luis Pinto Afanador. A él lo admiro como líder y aprovecho cada instante para aprender de su manera de liderar. Podría escribir un ensayo sobre su enfoque, pero prefiero destacar tres valores fundamentales que, según creo, son la base de su éxito, porque es, sin duda, un ganador.

Su honestidad, que no solo se refleja en la coherencia con la que vive sus rectos valores, sino también en su extraordinaria dedicación al trabajo. Es honesto porque comprende que el éxito es la consecuencia del esfuerzo, y trabaja incansablemente. Lo hace con la organización y planeación de quien no deja ningún detalle al azar. Es disciplinado y exige la misma disciplina con intensidad. Está atento a todo. Lo sabe todo. Me pide unas palabras para el equipo al final de la sesión de video y, con precisión, me señala el objetivo puntual que considera necesario para el grupo.

Su vasto conocimiento lo ha llevado a ganar títulos en al menos cuatro países y a lograr hazañas memorables, como la heroica participación con Costa Rica en el Mundial de Brasil o el cuarto lugar con Honduras en las olimpiadas de Río de Janeiro en 2016. En cada palabra que dice se evidencia su preparación y conocimiento del fútbol. Esto también ha quedado plasmado en su libro Táctica y Estrategia de los Mundiales. Cuando volvió a Santa Marta para dirigir al Unión, un amigo que lo vio entrenar me dijo: “Ojalá todos los técnicos de la ciudad vieran sus entrenamientos, porque cada uno de ellos es una verdadera MasterClass”. Con su prolijo discurso, refleja esos valores que a veces parecen escasear en el mundo del fútbol.

Su autoridad, es el resultado de su conocimiento, experiencia y éxito. Entiende que un líder no puede negociar su autoridad; la ejerce con claridad y firmeza. Esto puede no ser entendido por todos, pero siempre es una manifestación de coherencia. Su autoridad viene acompañada de lealtad: no traiciona, y siempre habla mirando a los ojos.

Al final del partido, lo abrazo para celebrar el campeonato, le agradezco su amistad y aprecio, y le digo que nunca olvidaré que devolvió al Unión Magdalena a la categoría de la que no debe bajar nunca más. Sonríe y me responde: “Sí, nunca más”.

@Plinero