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Me sumo a todo el fenómeno positivo de Shakira y lo que ella, con sus dos conciertos y su aparición en la Guacherna, nos ha dejado a los colombianos.
Pero como espectador de su segundo concierto el viernes, y después de pagar cuatro boletas en la zona “preferencial” para ir con mi esposa y mis hijos, me declaro insatisfecho.
Y no por ella, sino por su producción. No fue una buena experiencia y hay que decirlo, aunque esta columna pueda atraer a más de un “hater”.
Porque después de tanta espera y expectativa, de horas interminables sentados en un piso plástico sobre la grama, de saciar el hambre y la deshidratación con comida chatarra cara y mala, de responder más de cien veces a mis hijos cuántos minutos faltaban para que comenzara el concierto. La impuntualidad empezó a impacientarme y la desinformación a perturbarme.
Personas de la producción que caminaban apresuradas con linternas sobre el escenario me presagiaron lo que más tarde se publicaría en redes. El concierto estaba retrasado por problemas técnicos causados por fuertes rachas de viento.
¡Inexplicable! Un montaje de esa magnitud, con presupuestos multimillonarios que seguramente la organización de Shakira debe estar pagando, debería ser a prueba de “rachas de viento”.
En medio del desespero, pensé seriamente en agarrar a mis pelaos e irme del estadio, pero luego recordé que nadie me iba a devolver la millonada gastada.
Cuando ya el sueño nos había vencido rendidos en el suelo. A las 10:27 de la noche un alboroto nos despertó y las luces que apagaron anunciaron que el tan esperado show iba a comenzar.
Nos pusimos de pie, estiramos piernas y espalda para resultar viéndole la nuca a miles de personas delante nuestro que además de bloquearnos y apretujarnos, levantaban sus celulares eliminando cualquier posibilidad de línea de vista.
Nuestra única opción era poder ver el espectáculo en las inmensas pantallas. Pero… Shaki al subir al escenario, nos contó que la pantalla gigante completa no iba a funcionar. Lo hizo como toda una reina, con elegancia, con simpatía. Dio su mejor esfuerzo para no opacar una noche mágica.
Para ella debió ser algo tan doloroso como para nosotros los de “Preferencial” que tuvimos que hacer de saltimbanquis para medio ver algo entre las torres de sonido y las carpas técnicas que taparon la visibilidad.
No me siento estafado porque es Shakira, porque sé quién es ella y lo que se esfuerza por dar siempre lo mejor. Pero la producción debe disculparse, pellizcarse y corregir. Falta mucho por delante. Lo que fue, fue.
@eortegadelrio