Viajo en un articulado de Transmilenio. La señora que está sentada a mi lado me mira con curiosidad y me pregunta: “¿Cuál es el sentido de la Cuaresma?”. Me sonrío y, con amabilidad, trato de ofrecerle algunas claves para comprender esta experiencia espiritual.

Le explico que lo que llamamos Cuaresma tiene sus raíces en la simbología del número 40, un número que en la Biblia representa un tiempo largo e intenso de preparación. Se usaba para señalar el lapso necesario antes de un acontecimiento fundamental en la vida (Génesis 7,12; Éxodo 24,18, 34,28; Números 14,33-34; 1 Reyes 19,8). Así como en la Escritura hubo 40 días y 40 años de transformación y prueba, nosotros también estamos llamados a vivir 40 días de introspección y renovación.

Le digo que, para nosotros, la Cuaresma es una preparación para la Pascua, y que, por ello, es un tiempo para trabajar tres actitudes existenciales concretas:

1. Ser conscientes de quiénes somos: Conocernos y aceptar nuestra condición es el primer paso. Somos seres contingentes, vulnerables y frágiles. La felicidad no está en la autosuficiencia ni en el control absoluto, sino en la humildad, en reconocer que no somos el centro del universo. Vivir con soberbia es una ilusión que nos aleja de la realidad: todos somos polvo y a él volveremos.

2. Soltar lo que nos impide avanzar: Muchas veces cargamos con pesos innecesarios, hábitos, resentimientos o apegos que nos esclavizan y nos destruyen. La Cuaresma es un llamado a la liberación interior, pero soltar no es fácil. A veces duele, porque nos acostumbramos a lo que nos hace daño. Sin embargo, la libertad siempre implica asumir riesgos y consecuencias. No hay crecimiento sin desprendimiento.

3. Comprender que la fe es una relación: No se puede ser creyente sin una relación auténtica y viva con Jesús. No basta con repetir fórmulas o cumplir normas externas. La fe es un encuentro personal, una apertura del corazón para permitirle a Dios transformar nuestra vida diaria. Conocer a Jesús es más que un acto intelectual; es una experiencia que cambia el sentido de la existencia.

Mientras le explico, la señora me escucha con atención y asiente con interés. Al final le digo que en el youtube del oracional El Man está vivo todos los días hay una reflexión a las 6:30 pm (la invito a suscribirse). Antes de bajarme del bus, me despido y ella me agradece, diciéndome que nunca había pensado en la Cuaresma de esa manera. Sonrío, porque entiendo que, a veces, una conversación casual puede abrir nuevos caminos en la vida de alguien. Y quizás, también en la mía. Le digo que oremos los unos por los otros.

@Plinero