Hago silencio. Estoy en oración. Medito un texto bíblico: Romanos 8, 37. Allí busco razones para seguir viviendo la experiencia de ayuno que he decidido practicar en este día. No es ayuno de alimentos. Me he impuesto no usar hoy el celular o las redes. Antes de decidir realizar esta práctica espiritual tuve muchas dudas, porque nos han convencido de que sin el celular no somos felices, no podemos trabajar, ni sostener relaciones sanas. Nos han hecho creer que quien no está en redes sociales, no existe. Me libero de esas presiones y de esos miedos para sentirme libre y responsable de mi propia vida. Creo que ese es el triple sentido del ayuno: 1. Nos hace conscientes de algo que tiene poder sobre nuestra voluntad y nos esclaviza a través de la costumbre. Ayunar es darle la batalla a esas cosas, situaciones o personas que amenazan nuestra autonomía. Es entender que no hay que depender absoluta e inconscientemente de nada. Que somos quienes tenemos las cosas, y que ellas no nos tienen a nosotros.

2. Es sentir la necesidad. Nos recuerda que no somos absolutos. Tenemos muchas cualidades y capacidades, pero necesitamos ayuda para satisfacer nuestras necesidades. Asumir nuestra contingencia es fundamental para vivir sanamente, desde la humildad y la solidaridad. Esta es una práctica contra la soberbia y la autosuficiencia que nos dañan, porque nos aíslan y nos hacen indiferentes ante los demás.

3. Nos hace mirar a los que pasan necesidad por culpa de la injusticia social en la que vivimos. El ayuno sin solidaridad no tiene sentido. Hay que ayudar a los otros. Construir dinámicas justas que pongan la dignidad humana en primer lugar, y a la vez ayudar concretamente. Muchas veces lo que nosotros botamos a otros les hace falta. En el plano espiritual cristiano, no hay relación con Dios sin una relación justa con los demás (Mateo 5, 23-24). No podemos estar bien con Él, pero ser malas personas con los otros.

Esto lo vivo en una experiencia de oración. No es simplemente sacrificio, es un proceso interior de crecimiento personal y espiritual. Meditar Romanos 8, 37: “Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, me hace saber que aun en la necesidad, puedo seguir creciendo y alcanzar el propósito de la vida. Para quien cree, las limitaciones también permiten crecer. Requerimos más prácticas espirituales que nos lleven a encontrar la esencia de ser humanos. Esta Cuaresma es un buen camino para ello. A propósito, en el canal de YouTube de El Man está vivo, estamos haciendo un camino cuaresmal diario, suscríbete y vive esa experiencia.

@Plinero