La doctora Marta Elena Vidal, Jueza Electoral y presidenta del Tribunal Electoral de la Provincia de Córdoba de la República de Argentina, en el prólogo de nuestro próximo libro, indica:
Comienzo preguntándome, cuál es el mejor perfil de un primer mandatario, cuáles los valores preponderantes: los de su esencia humana, los de sus conocimientos técnicos, sus aptitudes naturales, sus entornos personales?
A su vez, tenemos derecho a sentirnos representados, ¿contenidos y queridos?, estas preguntas no necesitarían respuestas si en verdad tuviéramos todas las necesidades resueltas y una calidad de vida que nos proporcionara momentos más frecuentes de felicidad.
Sin embargo, a pesar de nuestras posibilidades, no encontramos la manera de avanzar hacia ese estado de bienestar y tranquilidad, parece que nos hemos contentado con mirar pasar la vida como si fuéramos protagonistas de un mal sueño, sabiendo que nunca nos podrán salvar aquellos que una vez nos defraudaron, mucho menos los partidos políticos que mezclados en diversas ideologías conforman una alquimia coyuntural tal que torna sus propuestas más hábiles que profundas.
La originalidad que propone nuestro autor, en su obra: ¿Cómo elegir el presidente correcto y no fallar en el intento?, para elegir al mejor candidato presidencial, tiene cuatro dimensiones, desde lo personal en un contexto socioeconómico; lo legal en cuanto antecedentes judiciales; lo laboral referido a cargos públicos o privados hasta una dimensión programática dónde se analizan los programas de gobierno y las promesas de campaña, en un test de cien preguntas que ha dado en llamar modelo DPLLP 100, con un puntaje de 91 a 100 de respuestas afirmativas para el mejor candidato.
La problemática mundial, las tecnologías con sus avances en todos los campos y también con sus retrocesos, la falta de educación cívica o escuelas de electores como se señala en el texto, ignorando cómo o a quién se vota, con influencias mediáticas interesadas o por conveniencias personales; en la compraventa de votos a los más carenciados, la apatía de la abstención o la tibieza en el compromiso al votar en blanco.
También del derecho a la protesta vs el derecho a otras libertades ciudadanas y del papel preponderante del Poder Judicial, -agrego al fuero electoral- y de los medios de difusión, como aportes proactivos a la construcción del mejor y más confiable sistema electoral.
Con la esperanza puesta en futuras generaciones y el optimismo de renacer hacia una nueva cultura dónde la memoria común sea un arma letal contra la subversión de los valores, con hombres capaces y probos, de conducta moral y ética irreprochables, quizá entonces valga la pena comprometernos en seleccionar a nuestros representantes sin fallar en el intento.
@orlandocaba