Después de Ciénaga, mi tierra natal, y Santa Marta la de mi crianza, completada en tierras paisas con mis estudios de Medicina en la Universidad de Antioquia. Con el deseo de mejorar mi formación en Medicina me fui a Bogotá, al Hospital Militar Central, en donde alcance el título de Internista. De ahí regresé nuevamente a Santa Marta adonde encontré la mujer con raíces samarias, decide acompañarme, al camino de la infectología en la Universidad de Harvard. Los conocimientos en enfermedades infecciosas me dieron la posibilidad de alcanzar ofertas de trabajo en Bogotá y Barranquilla. Acompañado de la familia de mi esposa y con los inmensos deseos de dar lo que había aprendido. Inicié como primer Infectólogo, de la región Caribe y uno de los primeros en Colombia. El trabajo estaba por hacer y, me encantaba tanto en la asistencia de pacientes infectados, el de implementar medidas de prevención de las infecciones hospitalarias y ambulatorias. Así, nacieron mis hijas, con quienes junto con mi esposa y demás familiares he compartido momentos felices y de tristeza.

Barranquilla me ofreció, lo que muchos conocen y otros malagradecidos, niegan, un lugar acogedor, con folclor del Caribe “alegre y tropical”. Su influencia durante más de treinta años en esta ciudad, me ha llevado a un entendimiento permanente de su cultura, que con el crecimiento de los amigos completó la simbiosis de un hijo adoptivo, como somos, con orgullo, muchos de sus habitantes.

Con el cariño de su gente y, la aceptación de la necesidad del manejo del control de infecciones en todas las instituciones y programas de salud. El trabajo, el ambiente caribe y, el buen trato de las personas con los nuevos y viejos amigos.

Disfrutar en una ciudad, no solamente de su ambiente natural con río y mar, sus brisas y paisajes justificaría la estancia después de participar en múltiples actividades, en donde las instituciones a pesar de muchas dificultades y errores en sus proyecciones, han sido al final acompañantes de mis sueños científicos y culturales.

Pero, si hay algo que valoramos, del espíritu del barranquillero es la solidaridad, acompañando a actividades en ocasiones difíciles que con el apoyo de las gentes se han podido desarrollar. En este punto, ojalá, en los próximos tiempos, lográramos hacer mejor el reconocimiento de las necesidades de las personas que por diferentes motivos sufren en nuestro medio, políticas, cambios e indiferencia de quienes verdaderamente pueden ayudar.

Reconociendo los grandes apoyos del gobierno local, Alcaldía y Gobernación, deberíamos hacer énfasis por unidades solidarias en diferentes áreas, como la salud, el desempleo, la alimentación, vivienda y otras necesidades, para participar conjuntamente en forma organizada de las nuevas proyecciones de una gran ciudad.

La gente responde al buen ejercicio de sus mandatarios, la transformación de Barranquilla y del Atlántico, es innegable y esto tiene que ver con el buen gobierno, pero las condiciones de vida de sus habitantes, deben mejorar y cambiar los altos índices de pobreza, carencia de vivienda, desempleo, educación y salud para todos.

La transformación en manos de los gobernantes serios y eficientes, nos debe llevar a un progreso que repercuta en todos los habitantes, olvidando enfrentamientos políticos y que afecten, el crecimiento de una ciudad que se merece el apoyo nacional e internacional.

Cuidar la ciudad, con amor propio, para volverla una verdadera tacita de plata, es el sueño de quienes la habitamos y esperamos siempre lo mejor. Mas compromisos de quienes pueden y, la gran participación ciudadana, nos dará a todos, una mayor calidad de vida en el futuro.

@49villanueva