La otra tarde escuché, en el acto de bienvenida a una nueva cohorte de estudiantes del Doctorado en Educación de la Universidad del Atlántico, las palabras: docente, profesor, educador y maestro, pronunciadas y explicadas, en su discurso, por uno de los anfitriones del evento académico. Y desde ese momento las mismas me quedaron “dando vuelta” en la mente como motivo de reflexión sobre uno de los oficios más significativos de la Humanidad.

Quien pronunció y explicó cómo concebía el alcance de cada una de esas palabras que encierran todo un ideario fue el historiador local y doctorante en Educación Jaime Álvarez Llanos, quien ha venido conceptualizando sobre las mismas, no solo en la práctica diaria de su oficio, sino en diversas publicaciones de carácter educativo, las que me facilitó, a petición nuestra, para redactar esta nota que llevaba “colgada en la cabeza”, desde que lo escuché aquella tarde.

Para el historiador Álvarez Llanos cada palabra significa un escalón en la dimensión de la labor de enseñanza. Por ello “docente” es quien cumple un rol profesional. Y “profesor”, quien realiza un rol pedagógico. Mientras que “educador” es el cumplimiento de un deber social. Y “maestro” sería aquel que le da una dimensión humana a la enseñanza y la convierte en su proyecto de vida. Como ven es una escala, de ahí lo complejo de definir cada palabra y el rol otorgado por el historiador local.

Frente a cada una de esas palabras, y su significado o significados, pretendo darle ligeramente un alcance popular así: docente es quien está incluido en la nómina de una institución educativa; profesor es quien dicta clases esté o no en una nómina. Educador es aquel que decide en su oficio a formar seres humanos, viva o no viva de dictar clases o de recibir un salario como docente. Y maestro. ¿Quién es maestro?, me pregunto. Para Álvarez Llanos, nuestro historiador amigo, es quien dedica su oficio y su vida a la formación de mejores personas. Él repite la frase de Agustín Nieto Caballero, maestro “es aquel estudiante que se quedó, para siempre, a gusto en la escuela”.

Entonces no todo docente alcanza a ser profesor. Ni todo profesor es educador. Y no todo educador logra ser maestro. De ahí la validez de preguntar ¿quién es maestro? Cada mente podrá tener una respuesta.

Indagué la mía en la biblioteca y encontré el libro de mi maestro Miguel Martínez Miguélez, filósofo español radicado en Venezuela, titulado Nuevos paradigmas de la investigación (Editorial Alfa), quien recuerda la siguiente frase de Albert Einstein: “El arte más importante de un maestro es saber despertar en sus alumnos la alegría de conocer y crear” (pág. 146).

Como podrán observar, si aceptamos las palabras de Einstein, la categoría de maestro no está en un diploma, ni en la condición laboral de ser docente o profesor. Ni en la de quien se declara educador sino en quien despierta la alegría por el conocimiento. Y para ello hay que estar toda la vida en la escuela. La alegría de vivir es la enseñanza de un maestro.
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