España lleva sin gobierno constituido desde que el Rey firmó la convocatoria de elecciones generales el 4 de marzo de este año. Desde entonces se han celebrado dos convocatorias electorales y de momento no se ha formado un nuevo gobierno. Los ciudadanos han elegido un Congreso y Senado tristemente fragmentados. En el horizonte aparece el fantasma de unas terceras elecciones o de un gobierno rehén de políticos populistas y secesionistas.

¿Cómo puede funcionar un país sin presidente ni gobierno? El secreto está en que, como en Colombia, las instituciones son tan sólidas que ni los políticos más mendaces consiguen derribarlas

España es una monarquía parlamentaria. Es decir, el Rey es el jefe del Estado que asegura el orden constitucional y la representación del Estado. La Administración Pública continúa trabajando gracias a unos funcionarios que ganan su puesto aprobando los exámenes de una exigente carrera profesional y no por la voluntad del político de turno. Como país miembro de la Unión Europea estamos obligados por unos tratados que configuran un marco institucional y económico estable.

La estabilidad y apertura económica de estas décadas han supuesto crecimiento económico y disminución de la desigualdad social y territorial. Desde que el 6 de diciembre de 1978 la renta per cápita de los españoles ha pasado de 4.000 a más de 28.000 USD. La sociedad española representa fundamentalmente una clase media acomodada y acomodaticia, de ideas políticas alejadas de los extremos. Todos tenemos algo que perder y el desastroso ejemplo de la Venezuela de Chaves y Maduro asusta.

La fortaleza institucional del Estado y la estabilidad social es lo que más molesta a los populistas. Por eso, su primer objetivo es derogar la Constitución democrática y romper con la Unión Europea. Las instituciones impiden que se hagan con el poder. Quieren sustituir la Constitución por Twitter.

Se atribuye al canciller alemán Otto von Bismark la ingeniosa frase “España es la nación más fuerte del mundo; lleva siglos intentando destruirse a sí misma y no lo ha conseguido”. Los errores de los dos partidos que se han turnado en el poder (PSOE y PP) han provocado la fragmentación y parálisis del Congreso.

Los ciudadanos son responsables de los políticos que eligen. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha demostrado en varias ocasiones que no tiene ningún inconveniente en olvidarse de sus promesas y pactar con partidos que declaran abiertamente que quieren destruir el Estado español; y sin embargo ha sido el más votado en las elecciones de abril y en la repetición en octubre. Tenemos un problema y grave.

Los electores han otorgado a Sánchez la responsabilidad de configurar una alianza parlamentaria estable y formar gobierno. Una mayoría parlamentaria que respete el orden constitucional y que responda a los criterios moderados de la inmensa mayoría de los electores. Y si no lo consigue, si el problema es él, debe apartarse y permitir que otro miembro de su partido forme gobierno.

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