Durante años escuché a Claudia Nayibe López hablar sobre el Esmad. La escuché decir que había que desmantelarlo, la escuché criticar a sus predecesores por su uso, la escuché gritar que había que hacer una reforma frente a su abuso, y la escuché prometerles a sus seguidores que si ella llegaba al poder jamás lo utilizaría en vano. Sin embargo esta semana que pasó Colombia entera la vio hacer exactamente todo lo contrario.
Hace unos días, Claudia López utilizó el Esmad para apagar las protestas de muchos dueños y empleados de los gastrobares y bares de Bogotá, quienes habían decidido tomarse las calles pacíficamente, pues todavía siguen sin entender por qué ‘sin son ni ton’ de repente los justos iban a terminar pagando por los pecadores (en vez de castigar solo a los que incumplieron la ley, intentó cerrarlos a todos, lo que iba a terminar perjudicando miles de empleos).
Pero el problema se volvió todavía más grande cuando la alcaldesa decidió llevar el Esmad, ya que es inconcebible que alguien que criticara tanto su uso innecesario terminara utilizándolo tan innecesariamente. Incoherente, ¿no?
La verdad sea dicha, a la alcaldesa le está pasando lo que a una gran parte de los políticos que durante décadas se han encontrado en la oposición les sucede, y es que al momento de gobernar se enfrentan a una nueva realidad. Una que es muy distinta a los discursos populistas que durante años estaban acostumbrados a dar. Una en la que no todo es blanco o negro. Una que se basa en resultados y no en promesas. Una que traiciona a los votantes que la eligieron.
Debo confesar que al principio de la pandemia creí que los bogotanos tal vez habían elegido bien, pero todo eso se desvaneció cuando se convirtió en un ejemplo de cómo continuamente echarse para atrás en sus decisiones. Y es que nadie podrá olvidar nunca que en plena pandemia permitió una aglomeración navideña que se salió de control, cuando dijo que no se podían hacer aglomeraciones de ningún tipo; que en plena pandemia dijo que durante la cuarentena iba a suspender el pago de servicios públicos, para luego echarse para atrás al día siguiente; que en plena pandemia luego de decir que solo una persona por familia podía salir, salió al mercado con su esposa; que en plena pandemia, luego de haber reiterado varias veces que era el colmo que la gente viajara y saliera del país, se haya ido de vacaciones para Costa Rica; y que ahora, en plena pandemia, cuando hay tanto desempleo, haya utilizado el Esmad frente a algunos de los grandes generadores de empleo de este país.
Y sí, todo el mundo comete errores, pero llega un punto donde ya deja de ser algo ocasional para convertirse en una característica de su personalidad.
Y esto ya se convirtió en parte de la de ella.