Todo tiempo pasado fue mejor. Esto es algo que muchos dicen constantemente, pues la memoria tiende a ser muy subjetiva. Muchos consideran que antes lo teníamos todo, que antes las cosas eran más fáciles, que antes todo era más simple, y que los cambios en vez de mejorar nuestras vidas, nos la empeoraron.
Personalmente, soy de las que considero que si bien esto no siempre es cierto, y que muchas veces se trata simplemente de un tema de perspectiva, para algunos temas, sí que lo es. Hay cosas que indudablemente se han perdido con el tiempo. Hay cosas que indiscutiblemente antes eran mejor.
Una de esas es el cambio que ha habido en los ídolos de la juventud. Cuando era pequeña, era el sueño de muchos ser deportista. Ser campeón, representar a la nación, y ser el o la mejor en un deporte, eran sinónimos de éxito. Eran sinónimos de metas por cumplir y de ejemplos a seguir.
Sin embargo, hoy en día, los ídolos de los jóvenes se alejan cada vez más del deporte, para acercarse a lo que ven a su alrededor. Lo digo con conocimiento de causa porque actualmente trabajo creando contenido digital: cada vez más hay más niños ‘pegados’ al celular soñando con ser famosos en redes, cada vez más les está costando a los padres ‘sacarlos’ de esa rutina que fácilmente puede convertirse en una adicción, y cada vez menos hay niños que quieren hacer los enormes sacrificios que significa convertirse en deportista.
Es por esto que considero tan importante que se le siga apostando al deporte (a todos los deportes, y no solo a los que directamente produzcan ventas), pues cada vez que tenemos un nuevo referente deportivo que logra recibir con su talento y perseverancia el aplauso unánime de todo un país, muchos jóvenes empiezan a soltar el celular, para acercarse a un mejor estilo de vida. Uno que involucre despertarse temprano, tener disciplina, alimentarse sanamente, rodearse de influencias positivas, y mantenerse enfocado en cumplir propósitos.
Ahora, no solo se trata de un tema de mejora en los hábitos, sino de una verdadera transformación social. Porque cada instante en el que le apostamos al deporte, y le damos la oportunidad a un niño o a una niña de poder desarrollar su talento deportivo, sin que importe en qué cuna ha nacido, estamos cambiando a Colombia. La inversión en los deportes, es una inversión social a largo plazo, y que solamente puede generar resultados positivos.
Porque las olimpiadas no se tratan solamente de quiénes ganen las medallas, y no ganan solo los que el oro, la plata o el bronce se lleven. No, se trata de lo que inspiran en quiénes ven a los mejores del mundo competir sanamente, de cultivar nuevos modelos a seguir, y de cómo esos logros de esos modelos pueden llegar a transformar vidas en el futuro.
Porque sin lugar a dudas (y esto es algo que lo tienen perfectamente identificado los países desarrollados que tanto le invierten al deporte y a la cultura), cuando ellos ganan, la nación gana. Cuando ellos ganan, todos ganamos.